Cada minuto que pasa es un minuto menos que falta para que la farmacia Canabal, de Vilanova, tenga que cerrar sus puertas por orden de la Consellería de Sanidade. La cuenta atrás hacia el “día D” —el próximo jueves— recibió ayer el espaldarazo de unas trescientas personas que se concentraron ante la botica para manifestar su desacuerdo con la decisión de la Xunta, que dictaminó que la farmacia no podía trasmitirse tras la muerte en 2006 de la que fue su propietaria, Áurea Canabal. Las batallas administrativas e incluso judiciales fueron en vano para los cuatro trabajadores del establecimiento —dos farmacéuticos, un auxiliar y una limpiadora—, que ahora se ven abocados a “un desahucio laboral” frente al que van a resistirse hasta el último momento. LLevan recogidas ya más de 2.000 firmas de otros tantos clientes, vecinos e incluso gentes de otras localidades que se desplazaron a propósito a Vilanova para estampar su rúbrica en las hojas habilitadas. Muchos de esos ciudadanos respondieron también ayer al SOS lanzado desde la farmacia y se concentraron a sus puertas ante una gran pancarta que rezaba “No cerramos, nos cierran”. En otros carteles se plasmaba el sentir de los trabajadores y de parte de la ciudadanía: “Dan mal tempo para o 2013”, “Temos traballo, non queremos paro” o “Se hai que aforrar por que nos queren pechar”.
Rabia, tristeza e indignación integraban, a partes iguales, la mezcla de sentimientos de los concentrados. “Fan burla de nós”, decía molesta Mª Carmen, una de las vecinas que con su presencia física qusieron apoyar a la farmacia Canabal: “Estamos acostumados a vir aquí toda a vida”. Otro grupo de mujeres se mostraban todavía más rotundas: “Agora todo é pechar, pechar e xente á rua. Isto é un abuso, todo política”. Manuel Tourís da más argumentos para que la farmacia siga abierta: “É a máis antiga do pobo (con 150 años), está situada na ruta saíndo do Centro de Saúde e temos confianza co personal”. Gumersindo Campos, justo a su lado, añade: “E se hai algunha urxencia, como viven aquí, abren e atenden á xente”.
Con el tráfico cortado en la zona, Manuel Agra —encargado de la farmacia, en la que trabaja desde hace 43 años— tomó el megáfono primero y el micrófono después para dejar claro que “a nosa misión é tratar por todos os medios que o peche non se leve a cabo”. Es una medida, considera, “totalmente inxusta” y avisan que el jueves únicamente cerrarán la puerta si les llega la notificación oficial de la Xunta. De lo contrario, continuarán prestando servicio a sus clientes, unos 2.000 según su base de datos informatizada. Las lágrimas brotaron en los ojos de algunos vecinos y, al final, también en las de Agra, que recibió multitud abrazos de apoyo y solidaridad. “Pase o que pase isto vai quedar gravado nos nosos corazóns para toda a vida”, afirmó.
No se mordió la lengua Manuel Agra a la hora de afirmar que la orden de cierre de Canabal se debe a “intereses creados por farmacias” del entorno, algo que tildó de “penoso” y “lamentable”. Tampoco obvió la crisis galopante: “non é a mellor época para botar a catro persoas ao paro”. Con todo, dejó una puerta abierta a la esperanza al desear que en estas Navidades “poidamos brindar con todos vós, xa que significaría que isto tivo un bo final. Esa sería a mellor lotería, o mellor regalo de Nadal” y de su cumpleaños, que es hoy.
Su compañero, el farmacéutico regente Jesús Piñeiro, se mostró todavía más beligerante en sus declaraciones. “No hemos recibido ningún apoyo de ninguna institución pública. Es lamentable, todo el mundo echa balones fuera”. Advirtió que el casco urbano de Vilanova se quedará, de producirse el cierre, con una sola farmacia para 5.000 habitantes. Aunque, “otros vendrán y nuestro sitio ocuparán. A saber por qué...”, dijo refiriéndose igualmente a los intereses del “lobby farmacéutico” a los que antes había aludido también Agra. La de Canabal, concluyó, “fue la farmacia de los pobres. Cuando Jesús Canabal —uno de sus propietarios— murió, se fueron con él muchas deudas de gente que no podía pagar. Eso salvó a muchas personas en Vilanova”.
Este será, de consumarse, el segundo caso en España de una farmacia obligada a cerrar por las mismas circunstancias. Vilanova se quedará con una sola botica en el centro. “Vai haber que pedir cita”, afirmaba una vecina. Fuera del casco urbano también hay farmacias en Corón, San Miguel, Pontearnelas y Baión.