La Plataforma Stop Desahucios de O Barbanza hizo público ayer el “caso desesperado” que, valoran, sufre una familia en A Illa. Una mujer y su marido han presentado varias denuncias contra sus caseros, vecinos de la localidad, a los que acusan de agresiones físicas y verbales y de una larga lista de supuestos daños, incluido el envenenamiento de un perro. La arrendadora, por su parte, niega tales extremos, acusando a su vez a la inquilina de ser la agresora, además de “una mentirosa” y no pagar el alquiler.
En medio de un conflicto judicializado lo único coincidente por ambas partes este jueves era la propia existencia de la deuda, aunque ni siquiera en su montante. Los propietarios reclaman prácticamente un año de mensualidades, ya que afirman que desde que la residente entró a vivir en este piso abonó únicamente “la fianza y un mes”. La inquilina dice tener recibos de que no es tanto así.
Supuestas agresiones
Cristina A. es la residente en el ático de la polémica, en la calle Hermanos Camba. Ayer relataba una extensa lista de penalidades. Afirmaba no haber podido cumplir con las obligaciones del alquiler, pero lamentaba que los caseros, “en vez de una demanda de desahucio” recurriesen a “coacciones”, “pinchazos en las ruedas del coche”, “nos han matado al perro”, “insultos”, “nos pusieron pegamento en las cerraduras” y ”nos han cortado el agua y el gas”, algo de lo que también culpa a los dueños. A eso habría que sumar supuestas agresiones. El último episodio mantiene que se produjo hace escasos días: “No paramos de denunciar, desde la primera agresión, hasta la última, que fue el viernes pasado. Cuando estaba en casa, convaleciente porque me pusieron un ojo morado, tengo un golpe muy fuerte en la costilla”.
Salida posible
Con todo, la versión de los caseros es diametralmente opuesta. Ayer fue posible hablar con Teresa S., quien negaba a este Diario las acusaciones. De hecho, censuró tajante que se le impute a su familia la muerte del perro, afirmando que, según conocen, el animal pudo morir envenenado en O Regueiro. “Todo son calumnias”. En cuanto a los episodios de agresión, mantiene que fue la inquilina quien intentó atacar a una mujer de esta familia, con un paraguas, incluso tirándola al suelo.
Sobre la cuestión de fondo, el impago, afirma que “siempre nos miente” sobre la disponibilidad del dinero. Y que en varias ocasiones le rogaron que si no tenía con qué pagar, las cosas podían arreglarse dejando el piso y trasladándose a otro del mismo edificio. En él, afirma, vive un familiar de la inquilina, solo, y, además, sostiene que la mujer tiene parte de la propiedad de aquél debido a una herencia. “Tiene donde vivir”, “pero ya nos dijo: ‘Hasta que me eche un juez, no me voy del piso’”, afirma. El problema, enquistado, sigue ahora su curso en los juzgados, que deberán decidir. l