Son varios los peligros que acechan a la Ría de Arousa a corto, medio y largo plazo, según Greenpeace, que acaba de publicar un informe sobre los impactos del urbanismo y el cambio climático en el litoral. Una de las consecuencias sobre las que hace tiempo que se viene advirtiendo, y que ya es palpable en las playas, es el calentamiento del agua. Una situación que, más allá de la sensación que produzca al entrar en el mar, tiene ya sus consecuencias: Pérdida de biodiversidad costera y marina y consecuencias de carácter económico que afectan a un sector clave, la pesca y acuicultura.
En este sentido, apuntan que el calentamiento del agua provoca "o desprazamento de especies de interese pesqueiro cara o norte, como a sardiña" y la entrada de otras desde el sur, entre las que se incluyen "especies invasoras de algas, moluscos e crustáceos". Sin embargo, en el caso las sésiles, como son los bivalvos, que no se pueden desplazar, "as augas quentes poden provocar mortandades masivas e afectar á produción de marisco", señalan en el informe de Greenpeace, en el que recuerdan que la situación de la producción es "precaria" por la "contaminación e calidade das augas" y que se refleja en los datos, como la bajada en un 93% del berberecho y de un 86% de la almeja fina y babosa.
Además, esta condición puede provocar también la llegada de fenómenos poco frecuentes en el clima tranquilo de la zona y que ahora podrían hacerse más frecuentes, como los huracanes y ciclones. "É urxente facer fronte a estes riscos. Tan só cunha redución moderada das emisións de gases de efecto invernadeiro poderíase evitar o 40 por cento do retroceso das praias de todo o mundo", señalan desde la organización ecologista.
En un mapa satelital, Greenpeace pone en rojo tres puntos de la Ría de Arousa: Corrubedo, A Pobra y Vilanova. La razón es el riesgo de inundación, uno de los peligros que se analizan en el informe. "Tras anos de explotación do litoral, destruíronse moitos ecosistemas costeiros" que protegen contra la subida del nivel del mar, que está potenciado, inciden, por una edificación excesiva. "Ante unha costa artificial, a vulnerabilidade aumenta dramaticamente e, con ela, as consecuencias", advierten desde la organización que, sin embargo, ve con preocupación como "a xestión do litoral non está a avanzar paralelamente a esta realidade".
La "presión turística" es otra de las cuestiones que se analizan en el informe de Greenpeace, que advierte de que tanto la Ría de Arousa, especialmente la zona de O Salnés, como el conjunto de las Rías Baixas, acogen el 41 por ciento de las noches de estancia de Galicia, lo que tiene, entre otras consecuencias, "o colapso do tráfico das pequenas localidades, o acceso ás praias ou a saturación de servizos públicos como o transporte e o tratamento de residuos".
En relación a este último punto se encuentra otro de los problemas, ya prácticamente crónico, la contaminación de la Ría. Greenpeace cifra en su informe en dos mil los vertidos que llegaron a las rías gallegas durante el año pasado, procedentes tanto de la actividad industrial, como de las aguas residuales urbanas, fertilizantes, purines y otro tipo de residuos. En el conjunto de cinco años son más de nueve mil derrames. Un peligro, el de la contaminación, que se aumentaría, considera la organización ecologista, con proyectos como Altri o la Mina de Touro, que podrían ser "catastrófico" para "a xoia" de las aguas gallegas, la Ría de Arousa, al sumarse a la "crise ecosistémica".
Ante este preocupante panorama, desde Greenpeace apuntan que es necesario moderar la emisión de los gases de efecto invernadero, lo que podría evitar el retroceso de las playas de todo el mundo en un 40 por ciento.
Para ello, propone una serie de medidas. En primer lugar, una "acción climática urxente e ambiciosa", con la sustitución de los combustibles fósiles y el uranio por energías renovables. Además, plantean la necesidad de "protexer, restaurar e renaturalizar a costa", especialmente los tramos de costa virgen que sobrevivieron, las zonas húmedas y las dunas, que actúan como barreras protectoras; reducir la exposición al riesgo, evitando construir y habitar zonas afectadas por inundaciones o temporales marítimos, así como paralizar los proyectos urbanísticos en tramitación que así lo contemplen, es otra de las recomendaciones."Tamén hai que prohibir a cualificación como urbanizable dos terreos cuxa perigosidade se mitigou tras a construción dunha obra estrutural", apuntan desde Greenpeace.
La organización apunta que son necesarias estrategias nacionales y autonómicas, que deben tener una financiación adecuada. En el ámbito del turismo, Greenpeace ve necesario ponerle coto, abandonando el "discurso cuantitativo" por otro "cualitativo", con medidas como la regulación con moratorias a las viviendas turísticas, la erradicación de la oferta ilegal o la reducción de la actividad aeroportuaria, así como la limitación a la entrada de vehículos en las islas, "reforzando o transporte público e controlando a capacidde nos espazos sensibles".
Cabe destacar que algunos concellos de la Ría de Arousa ya tomaron medidas en este sentido, como A Illa, que acaba de estrenar un plan de tráfico encaminado hacia reducir la saturación del municipio. También Vilagarcía se marca entre sus objetivos reducir los vehículos.