Adalbert Laffon: El pronazi que encontró refugio en Carril y dejó una huella de ostras

Adalbert Laffon: El pronazi que encontró refugio en Carril y dejó una huella de ostras
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Bikinis y ostras. Ese fue el legado que la familia Laffon dejó en Carril, lugar en el que se refugiaron tras huir de la Francia liberada. Adalbert Laffon era un pronazi que creció al amparo del régimen de Vichy y que abandonó su Bretaña natal sobre 1944 refugiándose en los paisajes que miran a la paradisiaca Cortegada.
Aunque su llegada no fue del todo bien recibida por unos carrilexos que temían una invasión francesa siglo y medio después de Napoleón Bonaparte. Y es que la llegada de Adalbert Laffon con su mujer Gracia y sus cuatro hijas, Solange, Rocío, Nadine y Cuqui, que destacaban por su belleza, no pasó inadvertida en el siempre suspicaz Carril, especialmente cuando comenzó a hacerse con una de sus riquezas más preciadas.
Poco después de llegar, Adalbert Laffon se hizo con cuatro viveros ubicados en la zona que hoy ocupa el bar Loliña (muy cerca de donde vivía esta familia francesa). La “operación” mereció incluso que se hiciera sonar la campana, símbolo inequívoco de que las alarmas se habían disparado.
Finalmente no fue necesaria ninguna guerra de independencia. La compra de Laffon sirvió para introducir en las aguas arousanas un cultivo del que luego vivirían generaciones enteras de carrilexos: La ostra. “Nos dio la vida”, recuerda Pilar Diz, cuñada de Juan Castromán, que fue contratado por el francés para llevar su barco, al que le puso de nombre como una de sus hijas, Rocío.
Fueron precisamente las cuatro jóvenes hijas del matrimonio las que causaron una segunda revolución en toda Vilagarcía, aunque esta no fue de tipo económico sino más bien en el ámbito de la moda. Y es que el bikini llegó a la Compostela de la mano de Rocío, Nadine, Solange y Cuqui.
La belleza de estas cuatro mujeres traspasó las fronteras arousanas. Y es que la familia Laffon no se afincó definitivamente en Carril y las crónicas de la época los sitúan en un paraíso bien distinto, Ibiza, allá por los años sesenta. Así lo cuenta en un diario local el escritor Fernando Guillén de Castro, quien asegura que Solange Laffon (“joven, cenceña, siempre sin maquillaje alguno”) fue el gran amor de uno de los hombres más influyentes de la literatura española del siglo XX, Juan Benet. No fue la única musa de la familia. Rocío Laffon protagonizó una trágica historia de amor con el autor de “Tiempo de Silencio”, Luis Martín Santos. Se casaron en 1953 y tuvieron cuatro hijos. Una década después, ella moriría en un escape de gas. Al año siguiente, él siguió sus pasos al no lograr superar las graves secuelas que le dejó un accidente de tráfico.

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