Listas de espera para conseguir una habitación de alquiler, precios elevadísimos, muy poca oferta y fianzas inasumibles para salarios mileuristas. Estas son las situaciones a las que se enfrenta una persona que intenta buscar un piso alquilado en Vilagarcía para todo el año. Y es que la capital arousana, al igual que está ocurriendo también con localidades vecinas como Vilanova o Cambados además de Sanxenxo y O Grove, está sufriendo el “boom” de los llamados alquileres turísticos. O, lo que es lo mismo, viviendas que solo se alquilan durante los meses de verano a los visitantes y que dejan a los autóctonos con muy pocas opciones para lograr un domicilio digno. Yessica Caamaño es una de esas tantas personas que tardó meses en lograr un alquiler a su medida en la capital arousana. Es de aquí, pero estuvo unos meses viviendo en Coruña de alquiler y asegura que “allí es muchísimo más fácil que en Vilagarcía encontrar un sitio donde vivir”. Recuerda que “nada más llegar las opciones que se me dieron era un alquiler pero solo durante temporada escolar”. Es decir, de septiembre a junio. “En verano te suben el alquiler hasta cuatro veces más y resulta inasumible”, asegura. Eso sí, en el piso que consiguió con vistas a la playa de A Concha-Compostela durante los meses escolares apenas viven en invierno 9 inquilinos de los 300 para los que tiene capacidad el edificio. En verano, y así se puede comprobar en portales de alquiler vía internet como Booking o Airbnb apartamentos de esta zona pueden llegar a alcanzar en los meses de julio, agosto y septiembre la friolera de 1.500 euros la quincena. Y de ahí, para arriba.
La cuestión es que, explica Yéssica, “la demanda supera ampliamente la oferta”. Es algo que constatan también en las inmobiliarias locales en las que apenas tienen pisos o apartamentos disponibles para el alquiler anual. La mayoría o son para venta o, directamente, para alquiler de verano. En alguna de estas inmobiliarias inciden en que “muchos propietarios prefieren alquilar bien durante el verano y ya les compensa no tener a nadie el resto de los meses de invierno”.
El hecho de que la demanda supere la oferta provoca que en prácticamente todas las inmobiliarias de la capital arousana existan listas de espera para acceder a visitar un piso o un apartamento donde meterte con un alquiler. “Yo estoy en algunas de ocho, en otras de diez... ya no sé”, explica Yéssica.
Buscando a tiempo completo
La cuestión es que encontrar un alquiler en la capital arousana no es algo que se solucione en una o dos mañanas. “Es una locura. Tienes que estar a tiempo completo mirando las ofertas, que ya son pocas, que van saliendo. Llamar y muchas veces cuando llamas ya está alquilado”, incide.
Critica además que las condiciones que piden para entrar en un piso son inasumibles. “Lo que no puede ser es que te pidan 1.200 euros de fianza aparte del mes de, por ejemplo, 400 euros. Y 400 euros ya son una barbaridad porque he visto pisos sin ascensor que me pedían eso y en unas condiciones...”, apunta. Y hay más. Advierte que “te exigen en algunos saber con quién vas a vivir y no te cobran lo mismo si vas a vivir solo o con alguien. Además me llegaron a plantear tener que cobrar una nómina mínima de 1.200 euros para poder acceder a una vivienda. ¿Es eso estar en la realidad? Veo bien que haya un control, pero hay cosas que no se entienden”.
2.000 euros una semana
La realidad es que la situación de Yéssica no es excepcional. En las inmobiliarias plantean que encontrar un piso a un precio razonable en algún punto de la capital arousana lleva meses. De hecho se está a la espera de que algún inquilino se vaya para dejar libre alguna oferta. En invierno los precios tampouco son demasiado aptos para todos los bolsillos, pero bien es cierto que la problemática radica en que hay muchas viviendas vacías.
Un vistazo a la página de Airbnb para buscar una alojamiento en la capital arousana para una semana del mes de julio arroja un resultado esclarecedor. Decenas y decenas de ofertas y ninguna de ellas, incluso en zonas periféricas, baja de los 400 euros la semana. Las más céntricas o próximas a la playa o en Carril ( y sin lujos excesivos ni amplísimos apartamentos) puede superar los 1.000 euros. Algunas casas a pie de playa de A Compostela y con capacidad para diez huéspedes pueden superar los 2.000 euros en una sola semana. Para el mes de agosto ya no hay sitio.
Y así con prácticamente cualquier vivienda que uno quiera para disponer de ella en los meses de verano. Los precios apenas varían del centro a la periferia y la situación en los últimos años se ha vuelto especialmente delicada para los más jóvenes, con salarios muy bajos y con incapacidad para poder independizarse al firmar su primer contrato. “Parece que tenemos que estar resignados a compartir piso eternamente y, ojo, una habitación con todo compartido menos de 200 euros, difícil”.