Enrique León llegaba de Madrid acompañado por Simón Sabariz cuando al llegar a su lugar de trabajo se encontró a un tumulto de gente. “Tomaron la Comisaría”, pensó. Era entonces jefe de la Policía Judicial, pero no sabía nada de lo que estaba pasando. Y en Castelao se quedó, viendo desfilar a algunos de los narcos a los que en Vilagarcía llevaban tiempo siguiéndoles la pista. “Mandábamos notas todos los días a la Dirección General de la Policía”.
Uno de aquellos era Laureano Oubiña. Fue precisamente en uno de los seguimientos al que se destapó como capo del narcotráfico, cuando León se encontró con una conversación que haría saltar todas las alarmas. El teléfono pinchado estaba en Cova de Lobos (Cambados), donde el vino desinhibía cualquier escaso rastro de cuidado que los narcos pudiesen tener en aquellos impunes ochenta. En un momento dado, uno de ellos pidió hablar con Colombia. Tuvo que pasar tres filtros para hablar con su interlocutor, que era ni más ni menos que Fabio Ochoa, uno de los jefes del Cártel de Medellín. Al otro lado del hilo telefónico estaba Alfredo Cordero.
El vilanovés es uno de los detenidos en la Operación Nécora, de la que salió absuelto. Uno de esos casos a los que hace referencia Eduardo Martín de Pozuelo, hoy jefe de Redacción de La Vanguardia y entonces uno de los periodistas que se encontraba en Vilagarcía para hacer un seguimiento del poceso liderado por Baltasar Garzón y Javier Zaragoza. “Fue un éxito policial y judicial. La mayor parte de los que quedaron libres fueron condenados en otras operaciones”, señala. Fueron dieciseis los detenidos en aquella mañana preestival y no fue hasta el mediodía cuando Garzón requirió la presencia de algún efectivo vilagarciano. Enrique León subió a las dependencias de Castelao acompañado por el jefe de Sección de Cocaína de la Brigada Central de Estupefacientes, Manuel Rodríguez Simons, al que ya conocía y había pedido presencia en Arousa en más de una ocasión. Fue allí, en la sede de Seguridad Ciudadana, cuando comenzó una relación primero profesional y luego personal entre el futuro jefe de la Comisaría de Vilagarcía y el que iba a ser el juez más mediático de la historia de España.
“Garzón siempre fue por delante, tanto en terrorismo como en narcotráfico. Él decía que incautar y detener estaba bien, pero que había que golpear en el patrimonio de los narcotraficantes”, incide León. A partir de aquel primer contacto comenzó la segunda fase de la Operación Nécora, que en los siguientes meses lograría la incautación de 500 kilos de cocaína en una autocaravana relacionada con los Charlines. Fue entonces cuando cayó el patriarca del clan, que fue detenido mientras disfrutaba de un Albariño en una barra americana.
Charlín Gama salió absuelto de aquel proceso. Era uno de esos “inocentes” que volverían a los tribunales en muchas ocasiones más. Seis años después caerían absolutamente todos los miembros de su clan familiar. Junto al vilanovés, el tribunal presidido por Francisco Castro Meije puso en libertad a quince personas más en una sentencia que causó un gran rechazo en Arousa y que aún así sumaba penas de 303 años de prisión.