Eugenia Martínez: la abuela más querida del mundo

Eugenia Martínez: la abuela más querida del mundo
la “cumpleañera” eugenia martínez con dos de sus nietos y perso emilio moldes

Eugenia Martínez nació en la parroquia de Arantei, en Salvaterra do Miño, hace 104 años. Una vida larga que ahora transcurre en la tranquilidad del centro Geriatros. El personal y dos de sus nietos le hicieron ayer una fiesta de cumpleaños con tarta y mucho cariño para esta testigo de una república, dos guerras mundiales y la Civil española; y protagonista de una vida “muy dura”, llena de historias de hambre, emigración e incluso con tintes de telenovela, ese género que tanto le gusta ver en la televisión, según cuenta el centro.

Uno de sus nietos, Alfonso Romano, relataba la historia de esta mujer que acabó en Ribadumia por burocracia y porque precisaba una atención continuada que su familia no le podía prestar. Lo hizo con palabras de gran cariño porque más que su abuela, es como su madre, ya que los crió a él y a su hermano cuando la suya falleció. Con tan solo siete años se fue a Vigo a trabajar como sirvienta, también fue pescantina y camarera en un bar de marineros donde conoció a su primer marido, un patrón de pesca, del que se quedó embarazada. “Ella siempre me dice: el respetoume, e casou comigo”. Sin embargo, el horror de la guerra se lo arrebató –fue fusilado– y sus suegros la echaron de casa a ella y a sus dos hijas. Volvió a su aldea pero los malos tragos no cesaron y, según Romano, su propio padre le obligó a entregar a una de sus hijas a su hermana, “mi tía no supo hasta años después quien era su madre”. Y su segundo matrimonio no fue mejor. Él era un hombre con posibles pero el juego y el vino le perdieron y la abandonó con tres niños pequeños. De hecho, la mayor de sus hijas emigró a Brasil con 17 años.

Es posible que superar la adversidad en tantas ocasiones le haya ayudado a tener una vida tan longeva, o simplemente que “lleva una vida sana. Eso sí, solo come lo que le pide el cuerpo. Cuando yo era pequeño solo comía guisos”, recordaba Romano. Y no de cualquier manera, pues tiene una salud envidiable: solo precisa un bastón para ayudarse a andar, la demencia senil ni siquiera es incipiente y le encantan las fiestas. De hecho, si le preguntan cuando fue más feliz, responde que en su juventud, cuando disfrutaba del baile. A su nieto le da pena cuando ahora le escuchar decir que “está cansada de vivir, que no es bueno porque ves morir a mucha gente querida. Yo espero que me dure mucho más”, declaró.

Eugenia Martínez: la abuela más querida del mundo

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