Fueron muchas las hipótesis que surgieron en torno al paradero del cuerpo de Fernando Caldas, al que todo el mundo da por muerto e incluso así aparece recogido en el Boletín Oficial del Estado. Los investigadores incluso llegaron a barajar que fueran sicarios profesionales los que se encargaran de hacer desaparecer el cadáver enterrándolo en cal viva en un pilar de la Autovía Santiago Brión, que entonces se encontraba en construcción.
Sin embargo, la opción que cobró más fuerza durante el juicio es que Fernando Caldas se encuentre enterrado en una finca de Bertamiráns, donde la red de narcotraficantes que presuntamente acabó con su vida tenía inmuebles.
Esta es la hipótesis que defienden también la familia del joven y así lo defedenderán en el Tribunal Supremo, donde se encuentra ahora el caso. “Estamos mirando todos los detalles”, asegura Antonia Villar, que cree que los nuevos datos sobre el papel de Marcos Vigo al frente de las bandas del narcotráfico serán positivos de cara al próximo juicio.

pruebas
En septiembre de 2011 la investigación sobre la desaparición de Fernando Caldas dio un vuelco con el hallazgo del coche de la víctima en un garaje de Ponteareas situado en un edificio donde habían residido dos de los hermanos imputados en el caso.
Una carta enviada por Jorge Juán Durán desde la cárcel en la que se instaba a deshacerse de “la gallina de los huevos de oro”, en relación a Caldas, y los localizadores de los teléfonos de Fernández Rodríguez, que los situaban en el lugar donde desapareció el joven, fueron otras de las pruebas que se analizaron durante un macrojuicio que sentó a ocho personas en el banquillo acusadas de asesinato. Todos salieron absueltas. Ahora, será el Tribunal Supremo el que tendrá que decidir sobre un caso que, según la familia, está relacionado con la red descubierta en Albatros.