Sí, señores, con toda la jeta del mundo el Gobierno (¿?) municipal de La Coruña ha admitido que casi la mitad de la inversión en obras del municipio fue contratada de forma directa o bien sin publicidad. Es más: ya se sabe que un total de 84 empresas diferentes resultaron adjudicatarias de las licitaciones de 2013, incluidos los servicios y los suministros, lo cual viene a significar una “ratio” de 3,4 contratos por cada firma beneficiada.
Olé los valientes: unos números parecidos no se habían dado prácticamente nunca en los anales municipales. ¡Viva la concejalía de Infraestructuras! ¡Viva la justa administración municipal de La Coruña! ¿Quiere alguien explicarme cómo se hace eso de contratos directos o negociados sin publicidad? ¿No saben los munícipes que estas prácticas deben ser excepcionales? ¡Claro que lo saben!, pues se daban mucha prisa a criticarlas cuando estaban en la oposición. Y así anda todo. Así han de saber los sufridos contribuyentes que prácticamente la mitad de la obra pública llevada a cabo por el Ayuntamiento fue a parar a manos de empresas contratadas ya de forma directa, ya por medio de contratos negociados sin publicidad. Dicho más claro: invitando de manera restringida y con el correspondiente silencio y privatización a determinadas firmas.
Tengo pruebas de cuanto digo. ¿Por qué? Porque muchas firmas, cabreadas por no haber podido participar, están que trinan, facilitan información a los periodistas y a lo mejor no son capaces de esperar a las urnas y quieren hablar antes. Esos contratos merecían la crítica durísima de los peperos cuando se encontraban en la oposición y ponían el grito en el cielo, pero ahora todo es diferente. Ahora, “predícame cura, predícame fraile: por un oído me entra y por el otro me sale”.
Ahora están de moda las Pokémon y las Pikachu. Ahora todo el monte es orégano. ¿Será capaz la ciudadanía coruñesa de esperar diez meses para sepultar en las urnas tanta impudicia, tanto enmascaramiento… tanta jeta?