Uno de los ejercicios más difíciles de llevar a cabo en el deporte es el del control de las expectativas y las emociones. Para el primero es básico tener un conocimiento de la realidad (competición, plantilla y recursos con los que se cuenta), base para establecer los objetivos. La dificultad añadida es que coincidan los establecidos por cuerpo técnico, jugadores, directiva, aficionados y medios.
Por su parte, el control de las emociones está supeditado a los resultados. Las rachas positivas elevan los ánimos mientras que las negativas generan ansiedad. Y llegamos al punto en que expectativas y emociones confluyen. Si las primeras son demasiado elevadas, el estado de animo del equipo se ve afectado negativamente debido a la sensación de que el trabajo diario no es bueno. Si estas son demasiado bajas, el equipo pude sufrir un exceso de euforia y confianza.
De todo esto es buen conocedor Manu Santos, entrenador del equipo ¿revelación? de la temporada en LEB Plata. Desde el primer momento Santos y su equipo trabajaron con la idea de que el Xuven fuese el equipo más competitivo que pudiese llegar a ser. El objetivo de partida quizás fuera consolidarse en la categoría sin llegar a un último partido con todo en juego, algo que suponía un reto debido a su “realidad”. El equipo, desde la humildad en el trabajo, ha ido creciendo día a día. Un gran inicio prometió una temporada menos tensa que la pasada y pasado el consabido bache de rendimiento, el equipo volvió a la senda del triunfo, superando, mediada la competición, las expectativas iniciales. Lejos de quedarse ahí, establecieron nuevos retos sin perder de vista la “realidad”. En esta recta final, el Xuven está instalado en la segunda plaza, con la mejor racha en la competición, en un estado físico óptimo, con un baloncesto muy sólido defensivamente, alegre y confiado en ataque, habiéndose enfrentado a todos los favoritos.
El ejercicio más complicado para Manu Santos será conseguir que nada desvíe al equipo de la hoja de ruta. Contener y canalizar la euforia clave para que una magnífica temporada se materialice en una temporada de ensueño.