Día da Patria

Día da Patria. Día da Patria. Era como un mantra. Lo repetía una y otra vez para que se adueñase en su cerebro. Era la expresión que tenía que monopolizar las referencias al 25 de julio. En su casa siempre se había hablado del Día del Apóstol y él, inconscientemente, también lo hacía.
Hasta había dejado de contar ovejitas para tratar de conciliar el sueño. Día da Patria. Día da Patria. Perdía la cuenta de las veces que repetía la letanía. Le costaba, pero acababa venciendo su insomnio crónico. Eso sí, a lo largo de la noche se despertaba al menos un par de veces empapado en sudor. El calor apretaba incluso de madrugada, pero la causa de su enloquecida transpiración era otra: el martillo pilón que golpeaba su materia gris. Día da Patria, Día da Patria.
Se reía de sí mismo al imaginar cómo estaría esa materia gris. Lo lógico es que hubiese cambiado de color y ya fuese morada, incluso que estuviese tumefacta. Tanto golpe no podía ser bueno. Pensaba en los boxeadores. Tal vez él también quedase sonado.
Recordó que en su etapa universitaria había oído que la manera ideal de memorizar algo es escucharlo muchas veces mientras se duerme. Preguntó en una tienda cuánto costaba un walkman y el dependiente se rió en su cara. Sí, hombre, y de promoción tenemos el casete de “Thriller”. El encargado, en cambio, demostró más humanidad. Si busca en internet, quizá encuentre algo.
La contrariedad inicial se transformó en alivio. Hubiese sido obsesivo grabar una cinta de una hora con las palabras mágica: Día da Patria. Día da Patria. Regresó a su etapa universitaria. Su intento había resultado un fracaso. Suspenso era la palabra que figuraba junto a su nombre en las listas del examen parcial que había preparado en sueños. “Thriller” era efectivamente la banda sonora de aquellos días.
Viajó de nuevo en el túnel del tiempo. Ahora se retrotrajo a la infancia. Vas a escribir mil veces “No se contesta al profesor”. Compró un cuaderno y dos bolígrafos. Día da Patria. Día da Patria. Necesitaría horas para llenar todas las hojas de la libreta y posiblemente acabase con agujetas. Siempre había cargado mucho al escribir, así que se le cansaba la mano más de lo normal.
¡Qué difícil es para un emprendedor hacer negocio con los nacionalistas! Si total él solo quería vender helados el día 25 para ayudarles a sobrellevar el calor y las muchas horas a pleno sol escuchando discursos. La fiesta tendría que ser en el invierno. Todo sería más fácil; caldo y carne ao caldeiro y solucionado. Pero en pleno julio... Día da Patria. Día da Patria. ¡Qué tíos más raros!, si hasta al helado de fresa le llaman de morango y al de mora, de amorodo.

Día da Patria

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