ENCERADO 2015

Al comenzar un nuevo año siempre evoco “Noches blancas” de Dostowieski. Aparece como espejo tendido a mi caminar. Más menos la madrastra de Blancanieves mirando el azogue mágico que le garantizaba ser la más guapa del mundo mundial. Para mí, sin embargo, surge cual plañidero y albo encerado infantil donde dibujaba sueños.
Año nuevo, vida nueva. ¿Cuántas veces, cumplidos los doce meses del calendario, no inventariamos los propósitos fallidos igual que las promesas electorales de los partidos políticos, desde construir una autovía, acercar el AVE al municipio o regalar piernas ortopédicas a cojos...?
 El sol de medianoche, otro relato maravilloso de mi adorado autor, señala San Petersburgo como parada y fonda. Encanto y tormento. Un patetismo desgarrador tendido a lo largo del canal del Fontanka donde el amor pasea del brazo con Nástenka; por cierto, enamorada de otro hombre al que acudirá dejando en los labios del frustrado amante la triste misericordia de un beso: “Nunca, nunca estará usted solo”. Dulce pájaro de juventud. Amanecer en la hierba. Una perspectiva de esta Venecia del norte hecha realidad por el empeño de Pedro Romanov. Aquí vivió el cantor de “Humillados y ofendidos” y sus gentes poéticas. Al recorrer sus calles me inundó su espíritu. Esos personajes definidos por contrastes: prostitutas por afán de pureza, criminales inocentes que desbordan el derecho positivo porque su responsabilidad es moral, ángeles como Alioscha. Brisas esclavas ardientes recogidos en su mausoleo y tumba, conforme ha plasmado mi hijo Juan en un óleo que pende en mi vestíbulo.
 Sentimientos que conmocionan ante lo que hoy sufrimos. Roña, porquería, detritus acumulados en cloacas y cañerías públicas de una colosal corrupción generalizada que urge limpiar de un plumazo. Pero sin que nos den gato de demonios populistas por objetivos mesiánicos de Podemos. Urge la regeneración moral, pública y sindical.

ENCERADO 2015

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