UN buen día, no se sabe si bajo los efectos de sustancias psicotrópicas o por tratarse de un grandísimo artista de la tijera de podar, un jardinero vigués se inventó un seto con forma de dinosaurio. La habilidad mostrada a la hora de modelar las ramas no fue similar a la de buscar un nombre a su escultura vegetal y bautizó a su obra como el dinoseto. Ahora, años depués, la pieza se ha convertido en un referente de la ciudad olívica, tanto que Abel, maestro en la propaganda, ha decidido que la familia crezca con la creación del “pezseto”. No hace falta ser un lumbreras para saber de qué se trata. Seguro que también triunfa.