Complicidad entre abuelos y nietos

Dentro de un mes, día más, día menos, los chavales (y profesores) volverán a sus clases después de las vacaciones. Y también, en muchos casos, llegará el merecido descanso para los abuelos, quienes, en la época estival principalmente, se convierten en los comodines de muchas familias para, sobre todo, cuidar de los más pequeños mientras que sus papás, los que tienen la suerte de hacerlo, cumplen con sus obligaciones laborales. Ser abuelo, tarde o temprano, nos va a tocar va todos. Dándole vueltas a esto llego a una conclusión: qué sería de los niños sin su abu, sin su yayo, sin su yaya, sin su nona, sin su tata, y como es lógico, sin su abuelo y su abuela. Son estos los que les cuentan historias de todo tipo. Historias que, al fin y al cabo, acabarán desapareciendo con ellos. Es ley de vida.
Los abuelos actuales, en muchos casos, no saben de nuevas tecnologías, ni de globalización, pero sí, como nadie, del poder y la avaricia de quienes las dirigen. En cuanto a los hijos y nietos, queda lo más importante: lo que han escuchado de ellos. En sus mentes, pequeños y no tan chiquitos, aparecen cientos de consejos y sermones insoportables. Se asume sabiendo que el roce hace el cariño.
Nuestros mayores nunca reconocen en público las duras tareas que muchas veces desempeñan en ayuda de la familia. Realizan una labor diaria silenciosa, de gran valor y humanidad, aportando equilibrio, inculcando sabiduría a los niños e incluso se les educa con paciencia. Ya se sabe que los abuelos son permisivos con sus nietos a los que se les permite más de la cuenta. Iniciativas todas ellas encaminadas a conservar la relación entre abuelos y nietos, con un salto generacional que se apoya en un sentimiento de complicidad y de amor, el cual nunca debería romperse.
Volverán, por tanto, las clases y la vuelta a la disciplina. Llegan los reencuentros, los abrazos, las risas, los lloros… También se centrarán en las historias que contar en sus campamentos, que este año colgaron el cartel de completo en todo tipo de actividades. Alardearán, seguro, recordando su entorno, sus juegos, ordenadores, su música, sus iPods e Ipads… y mucho me huelo que pocos se acordarán de los ratos tan importantes que han disfrutado junto a sus abus. Repito, es ley de vida. Nos da igual. Seguiremos siendo figuras fundamentales en su andadura por el mundo.

Complicidad entre abuelos y nietos

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