A menudo los entrenadores nos volvemos locos intentando que nuestros jugadores se adapten a nuestra forma de entender el fútbol, gran error por nuestra parte, no podemos pedirle a jugadores con poca capacidad técnica que sean capaces de tirar paredes, a los lentos que corran mucho, a los endebles físicamente que choquen… Cada uno tiene sus características, nuestro trabajo es que cada uno ponga sus capacidades al servicio del colectivo.
Venimos de ver una semifinal de Copa donde el Celta no fue capaz de imponer su estilo de juego, algo de culpa tendría el Alavés en ello, y donde los vitorianos se clasificaron para la final porque fueron más fieles a su estilo que los olívicos. El Celta no pudo correr en las transiciones ofensivas y no fue capaz de imponer su habitual juego de posición y dinamismo cuando tenía que atacar la armada defensa vitoriana. Por contra el Alavés, con un despliegue físico bestial, fue capaz de correr cuando robaba el balón y ser directo y vertical en su fútbol. En resumidas cuentas, no creo que el Alavés sea mejor equipo que el Celta, no lo es, pero sí que fue más fiel a lo que venían haciendo durante toda la temporada.
El estilo de juego de un equipo lo marcan dos premisas básicas, la primera son las características individuales de sus futbolistas y la segunda es la idea de juego del entrenador, las dos premisas tienen que ir de la mano y es esencial que en ese trayecto que hay en la construcción de un estilo de juego no se den bandazos independientemente de que los resultados no lleguen en el primer momento, de lo contrario surgen los llamados equipos sin identidad y sin futuro también añadiría yo.