Los españoles acusan la fatiga pandémica después de un año de crisis sanitaria

Los españoles acusan la fatiga pandémica después de un año de crisis sanitaria
Varias personas toman algo en un bar de Madrid. | JUANJO MARÍN (EFE)

La fatiga pandémica supone una mayor amenaza para la población en general a medida que se eternizan las restricciones y el día a día se ve condicionado por el Covid-19 , y para combatirla los expertos recomiendan tanto un esfuerzo personal por mantener la mente ocupada y entretenida como una normativa clara y justificada que sea fácilmente asimilada.


La OMS describe la fatiga pandémica como “la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas debido a diversas emociones y experiencias, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo” y se expresa de varias formas, tanto en el ámbito personal como el colectivo.


“Supone una gran amenaza para todos, para uno mismo y para quienes nos rodean. Es real y está generada por el constante estado de alerta en el que vivimos, que es agotador y deriva en una lógica búsqueda de la libertad y el deseo de hacer cosas”, explica la psicóloga clínica y vicedecana segunda del Collegi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana, Concepción Sánchez.


Las consecuencias del hartazgo

Con el paso de los meses, algunas de las decisiones individuales se ven alteradas por el hartazgo respecto a la pandemia, y aunque los comportamientos dependen básicamente de la personalidad y la percepción personal del riesgo, existen otros factores que pueden posibilitar cierta relajación de las medidas de protección.


Primero "es necesario que tengamos información clara que podamos seguir y factores sobre los que podamos hacernos responsables. Muchas veces nos sentimos cansados por ajustarnos a unas normas sanitarias cambiantes, a las que no vemos el sentido. Son imposiciones sin justificación clara, fundamentadas a veces en criterios económicos y otras en motivos sanitarios”, explica esta especialista.


“La intensidad de la pandemia, su duración, los constantes rebrotes, el retraso en la normalización… Venimos de un año muy largo y la mayoría creímos que 2021 nos traería mejoras, pero seguimos con las restricciones, la distancia social, las mascarillas, la crisis económica y el miedo”, advierte.


Según datos del Consejo General de Psicología, un 40% de los españoles presenta síntomas graves o moderados de depresión, el 30% de ansiedad y un 41% duerme menos que antes de la pandemia.


“Es evidente en los últimos meses el incremento de casos de trastornos de ansiedad y depresión, e incluso de estrés postraumático o problemas de sueño o alimentación. En Atención Primaria las consultas por depresión y ansiedad han crecido un 78%. Y estos problemas han afectado especialmente a los profesionales de la sanidad y otros empleos relacionados con la gestión de la pandemia”, detalla Sánchez.


Crece la angustia

“La sociedad está cansada, por el miedo al contagio y al virus, pero también está harta y desesperanzada, agotada, física y mentalmente debido en buena medida a la incertidumbre y la falta de control que se percibe respecto a la pandemia. Cuando la falta de perspectiva se alarga crece la angustia y baja el ánimo”, avisa.


Así, se pueden reproducir actitudes que “niegan la realidad para liberarse de la angustia” o que “viven desde la irresponsabilidad y el egoísmo, pensando que el virus no existe y sin ninguna empatía”.


“Por suerte, hay una mayoría social que, a pesar del cansancio, mantiene conductas responsables. Incluso los niños hacen lo correcto”, agrega.


En este contexto de incertidumbre, esta psicóloga recomienda mantener el pensamiento en el “aquí y el ahora”, porque “aunque es inevitable proyectar la mente, es necesario aceptar la situación en la que estamos y mantener unos hábitos saludables”.


“Tenemos herramientas, el ser humano es capaz de sobrevivir en situaciones estresantes, y en ese proceso puede ayudar el no hablar constantemente de la pandemia, de evitar la excesiva exposición a las malas noticias, mantener contacto con amigos y familiares y sobre todo hablar de lo que hacemos y de cómo nos sentimos. La conversación en estas situaciones puede ser un bálsamo”, añade.

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