En un mundo en el que parece que se castiga al que no se posicione ante absolutamente cualquier asunto, resulta casi enternecedor que un personaje público como Unai Simón –para los que tengan por el fútbol el mismo interés que por el cine checo, es el portero de la Selección española– considere que los futbolistas, así como categoría social, no deben dar su opinión sobre política. Lo que no ha quedado suficientemente claro es si esta consideración responde a la teoría de que los deportistas no están suficientemente preparados para emitir juicios de valor, si la cuestión es que no les interesa el tema o, simplemente, que prefieren no entrar en más debates que los de su titularidad o su rendimiento en el campo. Pero ya que se ha abierto este melón, lo que estaría realmente bien es que cualquier colectivo con influencia sobre los ciudadanos pensase antes de opinar.