España y Marruecos vuelven a ser amigos. Solo ha hecho falta que el Gobierno ignore al conjunto de la clase política y a buena parte de la sociedad y cambie la postura oficial del país con respecto a la autonomía del Sáhara. Pero es que a lo mejor compensa. Que el buen tiempo está a la vuelta de la esquina y no podemos arriesgarnos a que Mohamed VI vuelva a lanzar a su suerte a miles de jóvenes para que traten de entrar ilegalmente en Ceuta y Melilla. Ciudades que, por cierto, siguen siendo españolas; en eso no hemos claudicado, que se sepa. De hecho, hasta habrá aduanas terrestres, para reforzar la seguridad en la circulación de mercancías y personas. Al menos Pedro Sánchez no ha vuelto con el estómago lleno –es de suponer que el festín de fin del Ramadán es copioso– y las manos vacías. Dice que va a haber cooperación económica, comercial, energética, industrial y cultural. Esperemos que favorezca a los dos países. FOTO: Sánchez y Mohamed VI | EFE