Sergio Cotilla cuelga las botas con 32 años. Después de cinco temporadas en el Arosa en los que lo jugó prácticamente todo (160 partidos), el lateral izquierdo vigués anuncia una decisión que tenía meditada desde hace tiempo, tras unos últimos meses en los que el agotamiento mental precipitó los acontecimientos.
A pesar de que el nuevo técnico Míchel Alonso trató de convencerlo para que continuase una temporada más, Cotilla se retira tras una brillante carrera en la que ha vestido las camisetas de Celta, en su etapa de formación, Rápido de Bouzas, durante diez temporadas y jugando dos de ellas en Segunda B, y Arosa, disputando cuatro play-off de ascenso y una campaña en Segunda RFEF. Se va con palabras de agradecimiento al Arosa y consciente de que echará mucho de menos jugar en A Lomba.
¿Por qué tomas la decisión?
Creo que cada uno sabemos cuando llega el día. Si la hubiera tomado el año pasado hubiese sido un poco precipitado, pero este año ya lo viví como el último en A Lomba y así ha sido. Sé que fuelle para seguir jugando tengo de sobra, pero no me motiva nada que no sea jugar en el Arosa y no me planteo hacerlo en otro sitio.
Sorprende porque sólo tienes 32 años, no has tenido lesiones, estás bien en lo físico y siempre has tenido continuidad...
Sí, pero es saturación mental. Son muchos años combinando trabajo y fútbol. Muchos kilómetros de viaje desde Tui, donde trabajo, todos los días. Al final todo se junta. Lo que hasta ahora no me ocasionaba un problema, este año fue complicada esa pesadez mental y se me hizo largo el año. Desde mitad de la temporada pasada ya lo notaba. Así como otros años fueron perfectos y lo llevas mejor, este último se me atravesó un poco.
¿Influye tu reciente paternidad?
Influye pero no es el motivo. La decisión la tenía tomada. La cabeza es lo que manda. Por muy bien que estés físicamente, si te cuesta salir del trabajo e ir todos los días a muchos kilómetros de tu casa...
¿El Arosa intentó convencerte estas últimas semanas para que cambiases de decisión?
Sí, claro. A Míchel lo tuve en Bouzas. Hablé bastantes veces con él y bastante tiempo, pero cuando tienes la decisión tomada y piensas que es el momento, la puerta está cerrada.
¿Entrenar por las mañanas es otro factor que pudo pesar?
No. Eso no sería un problema porque en Bouzas ya me pasó con Míchel y lo solucioné.
¿Qué te dijo el nuevo entrenador?
Pues que iba a disfrutar igual que disfruté en Bouzas, que iba a volver a ser el lateral ofensivo que me gustaba ser y que iba a tener libertar y que iba a ser un año bonito. Cosas que te ilusionan, pero una vez que llegas al punto que sabes que se acabó, no hay marcha atrás.
¿Cuando supiste que sería tu última temporada de fútbol?
Pues yo creo que a los dos meses de empezar este año. En Navidad tenía la idea en mente. Quería ascender por todos los medios para dejarlo con un ascenso, pero no se pudo.
¿Con qué te quedas después de tantos años en cada club en los que estuviste?
Pues la etapa de Celta fue de niño, de aprendizaje e ilusión de llegar a ser jugador. La época Bouzas fue muy bonita, diez años, de pasar de ser un niño a curtirte. Y la etapa del Arosa para mí fue la más bonita. Fueron cinco años en los que más disfruté del fútbol. Por momentos parecía que era profesional. Vivir ese ambiente de A Lomba, además notándome en un buen momento en el que todo lo que intentaba me salía. El Arosa es un club que para mí quedará siempre marcado, por su afición, por su estadio, por cositas...
Con lo que te gusta el deporte, imagino que no lo vas a abandonar...
No, no. Eso es imposible. Para mí es como una droga. Seguiré yendo al gimnasio y haciendo bicicleta, quizá a nivel más competitivo porque hasta ahora no podía. Tendré que matar el gusanillo de la competición con otras cosas.
¿Echarás de menos el fútbol?
Sí, seguro. Sobre todo jugar en A Lomba. Piensa que aunque el partido que jugase no fuese bueno y el postpartido se hiciese fastidiado, al final con cuatro gritos de la gente de `Coti, Coti´ yo me iba contento para casa. Ese ambiente se va a echar de menos.
Es curioso que pasaste de ser uno de los mejores laterales de Segunda RFEF a bajar tu nivel, no sé si propiciado por el estilo de juego del equipo en el que parecía que te cortaron las alas...
Sí, puede ser. El último año y medio a nivel deportivo disfrutaba de diferente manera. Está claro que soy un lateral que necesita libertad de movimientos.
¿Con qué compañeros te quedas de estos años en el Arosa?
Con muchos, la verdad. Con el coche de Vigo de Pedro, Campillo y Róber. Esa fue una etapa muy bonita. Y después con compañeros que son amigos para mí, como Brais Vidal, Pacheco, Pedreira...podría decir muchos más. Gente que aparte de ser compañeros te apoyan como si fueran tu familia.
¿Qué entrenadores te marcaron en positivo en tu carrera?
Rafa Sáez siempre estará en el podio para mí. Fue el que me llevó para A Lomba y con él disfruté como nunca. A Jorge Otero también lo pondría ahí, y después a Salva, que me convirtió en lateral en el Celta cuando yo jugaba de mediocentro y mediapunta.