Ana Lena Rivera | “En la novela no solo se callan los muertos, también los que están vivos”

Ana Lena Rivera | “En la novela  no solo se callan los muertos, también los que están vivos”
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Es su primera novela y tiene premio gordo. “Lo que callan los muertos”, de Ana Lena, puso de pie al jurado de la edición del 2017 del Premio Torrente Ballester cuando comprobaron que la autora se estrenaba en la ficción, ellos que siempre hacen una porra para adivinar quién se esconde bajo el pseudónimo. 


Mañana la presentará a las 19.00 horas en la biblioteca Provincial de la Diputación junto a su vicepresidenta, Goretti Sanmartín. 

Hace solo una semana que el libro está en el mercado y ya está recibiendo los feed backs de los lectores. “Llevaba mucho tiempo con ella en la cabeza y me lancé”. Y es que hasta ese momento, Ana Lena trabajaba para una multinacional, sus jornadas eran interminables, pero “me quedé embaraza y cuando estaba de  cuatro meses, me mandaron reposo hasta el final”. 


Total que en pleno verano madrileño, se preguntó “oye y ahora qué hago” y se puso a darle forma a lo que llevaba barruntando desde que siendo niña, vio que todos sus personajes favoritos de suspense eran hombres con un amargor interno, bebedores empedernidos. Por eso, la suya sería una protagonista mujer. 


Lena le dio una vuelta al género. Puso a bailar a todo lo que echaba de menos como lectora, que es darle bola a gente corriente, al crimen del vecino de al lado que delinque en beneficio propio o de su familia, no como el del psicópata, tan manido en los relatos. 

En “Lo que callan los muertos” no hay ni buenos ni malos, los malos son malos para sobrevivir y la trama tiene su origen en la posguerra, en la que danzaron todos los que están criando malvas y donde nacieron los otros, que ahora son mayores y ayudan a la detective San Sebastián a completar el puzzle. 
Cuenta la autora que la mujer que despeja la “x” tiene 36 años. La acompaña de secundarios, de una madre Adela a la que todos adoran y de un comisario amigo, entre otros. La detective regresa a España de Nueva York con su marido tras perder a un hijo de tres años en accidente doméstico, “quieren superar lo ocurrido y buscar la felicidad de otra forma”. 


Así que se acaba haciendo investigadora de fraudes y le encargan indagar “sobre un pensionista sustancioso exmilitar franquista que tendría supuestamente 112 años, y que lleva más de 35 sin ser atendido en la Seguridad Social”. Sin embargo, misteriosamente acaba de cambiar su cuenta a una en internet. Al mismo tiempo que el caso promete, una vecina de su madre, “La impugnada”, de 70 años se tira por la ventana”. 


Cuenta Ana que ambas historias están relacionadas y se van conectando con datos que obtiene de gente de 70 y 80 años. Y es que en la primera entrega de su saga, “no solo se callan los muertos, también los que están vivos”. 


Lena pasó de devorar “Mickey Mouse” a hacerse fan de la intriga, poblada por bigotes. Creció con la idea de cambiarlo y un día “me senté delante del ordenador” a contar la historia, que tiene mucho de lo que escuchó de pequeña, de los niños de la guerra que mandaban a Inglaterra o “una monja de mi cole que metieron con nueve años en un convento” porque en esa época poco más se podía hacer y la novela también va de eso, “de esas decisiones que no puedes valorar con las circunstancias en las que estás ahora”. 

En la actualidad, la novelista mandará a San Sebastián por Europa. En su caso, la intriga dejó de ser una afición. Ahora es su vida porque no volvió a colgarse un maletín: “Me enganché”, para bien del lector.

Ana Lena Rivera | “En la novela no solo se callan los muertos, también los que están vivos”

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