La disyuntiva que apremió a Sánchez: jugársela ya o "calvario" de seis meses

La disyuntiva que apremió a Sánchez: jugársela ya o "calvario" de seis meses
Pedro Sánchez / EFE

La decisión de Pedro Sánchez de adelantar los comicios generales al 23 de julio fue fruto de su elección ante la disyuntiva de llamar lo más pronto posible a los ciudadanos a las urnas en una arriesgada jugada tras el descalabro del domingo, o sufrir un "calvario" de seis meses para celebrarlas cuando estaba previsto.


Ese es el planteamiento que fuentes del Ejecutivo explican a Efe que estuvo sobre la mesa la madrugada del pasado lunes en Moncloa, una vez certificada la debacle socialista en las elecciones municipales y autonómicas y tras citar el presidente del Gobierno a algunos de sus colaboradores más estrechos.


En concreto, a su jefe de Gabinete, Óscar López; el adjunto a este cargo, Antonio Hernando; el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños; la vicesecretaria general del PSOE y ministra de Hacienda, María Jesús Montero; y el secretario de organización socialista, Santos Cerdán.


Se sopesaron los pros y los contras pero primó la apuesta por adentrarse en un terreno abonado por la incertidumbre electoral y con el viento de cara tras los resultados del 28 de mayo.


"Fue la alternativa elegida para intentar movilizar a los votantes de izquierda que el domingo pudieron constatar que la amenaza de que Vox pase a ser decisivo en la toma de decisiones del Gobierno de España es muy real", señalan las fuentes.
 

Interpretan que haber optado por mantener las elecciones generales en diciembre, tal y como Sánchez había asegurado de forma reiterada que haría, habría sido un "calvario" que no tenía sentido aguantar.


A esa conclusión llegan al vaticinar que el PP de Alberto Núñez Feijóo habría estado de forma continua pidiendo la celebración cuanto antes de elecciones generales, acusando a Sánchez de intentar aferrarse al sillón y prosiguiendo con su "deslealtad" con el Gobierno en medio de la presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea.


Pero a ello añaden que se pudiera prolongar el debate a la izquierda del PSOE para intentar lograr un acuerdo en torno al proyecto de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz.


Muy tocado también el domingo en las urnas ese espacio político (en especial Podemos), el movimiento del presidente del Gobierno les obliga a intentar un pacto en apenas una semana si es que quieren tener esperanzas para intentar seguir teniendo una voz protagonista.


Sánchez aspira a aglutinar en el PSOE el voto útil de quienes temen que PP y Vox puedan conseguir una mayoría suficiente para gobernar, pero en su entorno aseguran que es consciente de que sus posibilidades de mantenerse en la Moncloa pasan por reeditar un acuerdo con las formaciones situadas a su izquierda.


Por ello espera que la presión que supone el adelanto electoral para acelerar en ese espacio las negociaciones en torno a Sumar surta efecto y sea posible una candidatura unitaria.
 

En Moncloa se asegura que Sánchez ha recuperado la iniciativa, que todo está abierto ante el 23J y que, por tanto, "hay partido".


Y para jugarlo Sánchez evidenció el miércoles en su reunión con los que han sido diputados y senadores socialistas en la presente legislatura, que va a ir al ataque y que va a explotar el argumento de que PP y Vox son la prolongación en España del "trumpismo".


Alertó de la suciedad, de los insultos y de la mentira que aseguró que van a protagonizar "la derecha extrema y la extrema derecha", y eso ha llevado a Feijóo a advertir de que el único que está en los extremos es el presidente del Gobierno.


Pero desde la dirección socialista se aplaude esta estrategia para tratar de insuflar ánimos y se afirma que ha permitido que de la decepción de la noche del pasado domingo se haya pasado a la esperanza de emular lo que José Luis Rodríguez Zapatero consiguió en 2008: vencer en las elecciones generales tras haber perdido las municipales celebradas el año anterior.


Pero el tiempo para intentar el vuelco tiene una notable diferencia: en aquella ocasión pasaron diez meses entre una y otra cita electoral; ahora, Sánchez se la juega en menos de dos meses. 

La disyuntiva que apremió a Sánchez: jugársela ya o "calvario" de seis meses

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