Corrubedo celebró sus Festas do Reencontro, a las que se puso fin con el homenaje a la Virxe do Carme y que arrancaron el viernes con el Día das Peñas, que para muchos de sus jóvenes y otros llegados del Pasaia, Erandio, Madrid y resto de la geografía española se ha convertido en la jornada de diversión preferida del año. Así lo dice su organizador, Abdón Santos, quien desde febrero ya recibe mensajes preguntando por estas fiestas y, en su mayoría, por la jornada de las peñas, para cuadrar sus vacaciones. 

“É o día en que toda a mocidade se xunta na explanada portuaria para dar renda solta a unha xornada chea de diversión”, precisa Santos, quien subraya que cada año tiene temática distinta que marca las pautas de los disfraces que llevarán los integrantes de cada una e, irónicamente hablando, luzcan “a súas mellores galas”. El organizador añade que, así, “dende primeira hora, vense pasar cociñas, mesas, barbacoas, decoracións do máis pintoresco...”. Esta vez batió su récord de participación, con 400 peñistas, una cifra que aseguran que rebasarán el próximo año.

Por la tarde fue el “Campionato de Sokatira”, la prueba estrella, que es llamada así en vasco y gallego por el arraigo de Corrubedo con los pueblos pesqueros vascos. Luego hubo pruebas de creatividad con microteatro, coreografías y otras propuestas, e incluso su particular “flashmob”, siempre en clave de humor. De noche tuvo lugar la verbena con el Dúo Keima y Disco Móvil Level con Tito Maverick hasta altas horas de la madrugada, “na que o desenfado e a actitude ven herdada das pasadas horas”, indicó Santos. 

Y para los que todavía quieran más, después de unos días de paréntesis, este viernes, día 15 de agosto, se retoman los festejos, con una jornada dedicada a la Virxe da Asunción, con misa cantada por el coro parroquial sde Corrubedo en su honor a las doce del mediodía, mientras que por la tarde se desarrollará una fiesta infantil y de noche tendrá lugar el Entroido de Verán, con actuación de un pinchadiscos. La organización señala que Corrubedo puede presumir de tener “unha festa distinta, pequeniña, pero sen igual” y siempre fiel a su grito “Olelé, olalá”.