“Artes é un lugar moi tranquilo e aquí nunca pasou nada semellante e quedei alucinada co que ocorreu. Para min é unha tristeza entrar no edificio e ver como está de destrozado. Non podo entender coma persoas adultas, cos rapaces polo medio, poden empezar o que fixeron, co peligro para os nenos. Non hai razón para facer iso. Non teño palabras para describilo”. Con estas manifestaciones tan expresivas se refirió Rosa María Orellán Santos, presidenta del Centro Recreativo de Artes desde el pasado  mes de marzo, para referirse a lo que se encontró después de que la persona que regenta el bar de dichas instalaciones le llamó por teléfono en torno a las ocho y cuarto de la tarde del martes y le dijo que “estaba todo destrozado por una pelea”. 

Ella, que no se encontraba allí pues estaba trabajando y tuvo que dejarlo todo, pensó que el alertante era un exagerado, pero al entrar por la puerta pequeña del centro y se percató que era cierto lo que le había dicho. Cristales de puertas, sillas, mesas y maceteros rotos, mucha suciedad al derramarse la tierra de las plantas son sólo algunos detalles del “desastre” que se encontró, y aún deberá permanecer así hasta que la Policía Nacional le autorice a limpiar. Pero, la destrucción también se pudo y aún se puede apreciar en el exterior, con daños en vehículos, en el mobiliario y en la barandilla de la rampa de minusválidos. Está pendiente de que pueda ir un perito para hacer la valoración de los daños y poder presentar una reclamación. Pese a todo y al mal causado, dijo que “dentro do que puido ser aínda tivemos moita sorte”.

Rosa Orellán recuerda que el regente del bar le dijo que la pedida de mano se estaba desarrollando en el salón, que él y su mujer estaban en la terraza y todo iba bien hasta que en torno a las siete y media de la tarde empezaron a notar algo de “follón”, se inició la reyerta multitudinaria, y que empezaron a llegar paulatinamente los efectivos de las Policías Local y Nacional, de la Guardia Civil, equipos médicos y ambulancias y el  helicóptero del 061. Añadió que la pelea se fue extendiendo del salón al bar, y las mujeres y los niños empezaron a salir del edificio. Igualmente, precisó que Manolo y Clara, que son las personas que regentan el bar lograron que salieran todos del centro, cerraron puertas y ventanas y se atrincheraron en el interior para evitar que les pudiera pasar algo.

En la mañana de ayer regresaron varios miembros del clan ribeirense, que fueron a recoger sus vehículos y otras cosas suyas, “pero a foto dos noivos aínda permanece no salón, non sei por qué non a levaron, como fixeron co que lles pertencía”. Orellán Santos indicó que el salón lo empezaron a alquilar para socios, pero para darle algo de vidilla y un mayor beneficio al bar empezaron a dejar que lo alquilasen otras personas para fiestas, y que era una condición que consumieran algo en él. “Se soupera o que iba a pasar non o tería alquilado”, precisó, para seguidamente añadir que van a introducir cambios en las normas para que a partir de ahora sólo puedan alquilarlo únicamente sus socios.