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domingo | 28 abril | 2024
Poco antes de las siete de la tarde de ayer se recibió en el Centro Integrado de Atención ás Emerxencias (CIAE) 112 Galicia la llamada de una vecina de la parroquia ribeirense de Corrubedo que informaba de que su hijo de 39 años estaba muy alterado y que había empezado a causar destrozos en su vivienda, que luego se pudo saber que, principalmente, fueron en la puerta principal de entrada a dicho domicilio.
Hasta el lugar del aviso se movilizaron una patrulla de la Policía Local y otra de la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía. Sin embargo, cuando llegaron sus efectivos ya no se encontraron allí el causante de los destrozos en el inmueble, que es el domicilio familiar en el que también reside. Ante esa situación, los agentes informaron a la madre de este último de que si quería podría denunciar los hechos acudiendo hasta las dependencias policiales, pero ella les respondió que prefería no hacerlo, con lo que se dio por rematada la actuación de las fuerzas de seguridad.
Parece ser que el causante de esos daños es una persona que ya ha protagonizado otro tipo de incidentes, en alguno de los cuales, que tuvo lugar el pasado 19 de julio, llegó a movilizar el helicóptero medicalizado del 061 con base en Santiago de Compostela, pues el alertante indicaba que no respondía a estímulos externos y temía por su vida, pero la supuesta víctima se levantó y acabó huyendo del lugar a la carrera, y que en la segunda quincena de noviembre pasado incluso fue detenido bajo la acusación de un delito de maltrato en el ámbito familiar, quedando en libertad con cargos.
Además, a las siete y media de la tarde del pasado 6 de noviembre una patrulla de la Policía Local y otra de la comisaría acudieron hasta Corrubedo tras recibir un aviso del hermano alertando de que presuntamente protagonizaba un incidente en su domicilio. Los policías advirtieron que si mantenía su actitud lo acabarían arrestando, pero aquel día no se lo llevaron. Media hora después, ese hombre resultó herido en un atropello en la Avenida Buenos Aires, a la altura del cruce de acceso al puerto al irrumpir en la calzada sin tiempo para que el conductor de una furgoneta lo pudiera ver.
