El salón de actos del centro cultural Lustres Rivas, de Ribeira, albergó a última hora de la tarde de este miércoles una mesa redonda que versó sobre diagnóstico psiquiátrico y violencia de género, organizada por la Asociación Saúde Mental A Creba, dentro de la programación del Centro de Información á Muller (CIM) con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia de Género. Esa actividad contó con la participación de profesionales de diversos ámbitos, tales como María Dolores Crujeiras Bringas, directora y asesora jurídica del CIM; Tania Martínez Mato, técnica del Programa de Mulleres en Modo ON-VG de Inserta Emprego; Eva Rivas Pereiro, trabajadora social del centro de salud Melide-Arzúa; Azucena Prieto Zapico, coordinadora del servicio de Urxencias del Hospital do Barbanza, y como moderadora Isabel Fernandez Lema, trabajadora social del centro de salud de Ribeira y secretaría de A Creba.
La mesa redonda arrancó con relatos escritos por mujeres que acuden a la sede de la asociación A Creba: "Despois de facerme un trasplante de fígado, miña nai díxolle ao médico que eu tiña depresión. O médico respondeu que se o soubese antes non me operaba, que prefería darlle a oportunidade a unha persoa normal", "fui a un psiquiatra privado en Santiago yo sola. Cuando entré en la consulta me dijo que me acostara en la camilla y me quitara la ropa. Él empezó a bajarse los pantalones. Me levanté y empecé a gritar, salí corriendo y estuve llorando hasta llegar a mi casa" o "cando comecei a atoparme mal psicolóxicamente, o meu marido desprezábame dicindo que estaba tola. Despois comezou a dicirllo a miña filla diante de min e con todo de burla".
El objetivo de esa mesa redonda fue el de visibilizar la realidad que viven las féminas tienen un diagnóstico psiquiátrico y sufren violencia de género, así como hacer una reflexión desde el ámbito profesional sobre cómo se aborda esta problemática social. En este sentido, se habló de las consecuencias en la credibilidad de sus testimonios, ya que en muchas ocasiones ellas no reconocen las violencias o prefieren no exponerse y su entorno las invisibiliza etiquetándolas de "esaxeradas", sufriendo la estigmatización del diagnóstico psiquiátrico y aumentando su discriminación cuando viven en el medio rural y no tienen independencia económica o para desplazarse.
Las profesionales que intervinieron en este acto reflexionaron sobre las dificultades para reconocer a las víctimas en los diferentes servicios, especialmente en la Sanidad, donde pusieron la Atención Primaria como foco principal para la detección, pero también hablaron sobre la saturación de los servicios y la falta de recursos, tanto de los hospitales y ambulatorios como de los CIM. Como propuestas de mejora, se destacó la importancia de la formación profesional especializada y el trabajo en red de los recursos comunitarios, así como la puesta en marcha de protocolos que guíen a los profesionales en la sospecha de algún caso de violencia de género.