“Miguel Miguel es un mago que empezó en la comedia siendo mago y acabó siendo un mago que hace comedia, mezclando las dos artes”, así se define el artista madrileño que pisará hoy el bar-bocatería O’spa, en Vilalonga, para presentar su espectáculo de humor, magia y animación ‘¡Acojonado!’. A través de su show, Miguel Miguel dejará ver todas sus cualidades creativas mientras hace un recorrido por experiencias de su vida. Además de cómico y mago, también es animador del público en El Hormiguero y El Desafío, una labor que desempeña a la vez que realiza su gira por toda España.
Empecé a ser mago con 16 o 17 años, haciendo juegos de magia con mis amigos. Eran trucos que me inventaba yo, hasta que conocí a un chaval de mi pueblo que me habló de La Gran Escuela de Magia de Ana Tamariz, con lo cual empecé a entrar en el mundillo. Yo era mago al uso, hasta que un compañero, Hector Mancha –campeón del mundo de magia–, me dijo: “tú no haces magia, tú haces comedia”. Al principio me sentó un poco mal, pero al final me formé trabajando con los mejores como Miguel Lago, Quique Macías, El Monaguillo, Agustín Giménez… y empecé a hacer monólogos con un poquito de magia. A partir de ahí, descubrí que que la potencia del espectáculo estaba en la comedia.
Yo soy mago de alma, yo quiero hacer magia, pero a la gente no le llama tanto eso. Sin embargo, si lo introduces en el show flipan, porque en teoría no eres mago y pues llama más la atención. Entonces, yo tengo alma de mago, pero lo que me funciona es la comedia.
Es muy difícil porque la conciliación no está preparada para esto. Yo además trabajo en horarios muy malos, porque los programas son de noche los dos. Entonces, de lunes a jueves me voy de mi casa a las seis de la tarde y, con lo cual, dejo a mis hijas en el colegio, las recojo y las dejo en alguna extraescolar y ya no las veo hasta el día siguiente. Se complica mucho la convivencia personal con la profesional. Es verdad que aprovecho todos los huecos que tengo para estar con ellas y, siendo un poco egoísta, yo quiero pasar tiempo con ellas y disfrutarlas porque están en un momento muy guay. Conciliar es difícil, pero intento hacerlo lo mejor posible y cuando tengo bolos también intento llevármelas conmigo.
Una hora y media de risas, esto lo prometo siempre. Van a amortizar hasta el último euro que han pagado; siempre hago el mismo chiste, pero es la realidad. Va a haber mucho jaleo: hay monólogo, magia, chistes, música… Además, es verdad que el público es partícipe de una forma “especial”, no como lo que estamos acostumbrados a ver de interacción entre el artista y el público durante la actuación. Es un show muy completo, se lo van a pasar muy bien.
El show que tenía antes era ‘Vivo acojonado’, en el que contaba mis vivencias hasta la fecha: siendo padre, compaginando los diversos ámbitos de mi vida y llevando a buen puerto esta conexión.Después de la pandemia retoqué el texto y le cambié el nombre al espectáculo, porque vi que no es que yo viva acojonado por la situación en la que estoy, sino que vivo acojonado por lo rápido que va el mundo. Entonces, este show nace un poco por necesidad de la pandemia, de que veo que las cosas no van bien, que todo va muy rápido y que lo que antes era importante, ahora no lo es.
¡Muy bien! La verdad es que estamos en un momento muy bueno, se llena todo a donde vamos, la gente viene con muchas ganas, incluso se desplaza desde su provincia a verme a otras. Viene gente de toda a España a verme a Madrid, porque yo estoy allí fijo dos veces al mes. Estamos en un momento muy guay y espero que Galicia no sea menos.
Se puede hacer humor con todo, pero hay límites, yo me los pongo. Para mí el problema está en que las redes sociales dan la oportunidad de hablar gratis a todo el mundo, y claro, de repente alguien escribe detrás del perfil de un gato un insulto, no sabes quien es, donde está, no le pones cara… En mi caso, yo puedo hablar de mis vivencias y hacer chistes, y soy yo quien pone mis límites y sé que hay chistes que no se pueden contar en público, pero sí que puedo contarlos luego en mi casa con mi círculo. La respuesta corta sería que sí, sí hay límites y yo me los pongo.
Va todo un poco en el mismo saco de las redes sociales. La gente que quiere polémica la va a buscar a la mínima que tú hagas algo. Hay gente que los tengo que tener bloqueados porque a la mínima ya me están diciendo “¡Vaya mierda! ¿Cómo la gente paga por verte?” y ya me están atacando a mí directamente, no a mis chistes, además de a las 400 que han pagado por ver mi show. Al final la polémica ya la están sirviendo ellos.