Alberto Núñez Feijóo volvió ayer a presidir el acto central del Capítulo Serenísimo del Albariño en calidad de Gran Mestre. Un cargo que, confesó, con cierta ironía, que “tenía pensado dimitir” en favor del actual presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. Sin embargo, tras consultarlo y ser informado de que el cargo solo se abandona por defunción, no muestra ya “ninguna intención” de hacerlo, señaló entre risas. Así, prometió, “mientras siga con vida y con voz, seguiré viniendo a la fiesta del Albariño de Cambados a brindar con todos vosotros”.
Así —y entre vítores por el albariño, Cambados y Galicia— concluía Feijóo el discurso como Gran Mestre en un acto que giró en torno a los retos que afronta el sector: la bajada de la tasa de alcohol de la DGT y los aranceles de Estados Unidos. Así lo expresó el presidente del Consello Regulador de la Denominación de Origen Rías Baixas, Isidoro Serantes. Solo dos países, indicó, tienen una tasa tan baja como la propuesta, Suecia y Noruega, por lo que reivindicó “políticas públicas que no castiguen a este sector económico tan importante en el rural”. Llamó también a “distinguir entre el consumo responsable y moderado del abusivo” y al consenso.
En cuanto a los aranceles, lamentó que la situación con Estados Unidos —mercado exterior predilecto para la DO— pone al sector en “desventaja” frente a otras regiones exportadoras y pidió negociaciones, unión y confianza en el buen posicionamiento de los vinos en los mercados nacional e internacional.
Unas demandas del sector que recogió también Feijóo, que apostó por “una ley razonable y unos aranceles razonables”. En su intervención, destacó el trabajo de viticultores y bodegueros de la DO Rías Baixas y puso en valor al albariño como resultado “del saber hacer de miles de manos que trabajan con tesón” y ser “memoria y modernidad”.
Pero también tuvo tiempo para referirse a la situación actual del país y dibujar una España “alegre y abierta en la que cabemos todos”, como ocurre con la Festa do Albariño: “Aquí las coaliciones son muy sólidas. Casi todo el mundo sabe el presupuesto que trae y no prorroga el del año anterior. Si hace falta un referéndum, que sea para decidir que maridaje es el mejor y a partir de ciertas horas ya todo es una cuestión de confianza”, dijo con ironía el portavoz popular, que lamentó que “España vive tiempos inciertos” e hizo un llamamiento a tender puentes y facilitar “otro clima políticó”.
Así, en un discurso con mucha carga política, aunque apelando siempre a la unión en torno al vino, quiso, amparándose en la retranca y el humor característico gallego, responder a la polémica surgida por sus declaraciones irónicas sobre que las vacaciones “están sobrevaloradas” y dedicó a los ofendidos, a “aquellos que no saben distinguir una broma”, a tomar “un albariño e descansar”, exclamó.
Asimismo, se solidarizó con aquellos que trabajan durante el mes de agosto, a los que mandó “mucho ánimo”. “Salud, alegría y albariño”, deseó el Gran Mestre, que tras su ausencia obligada en el anterior ejercicio por una operación, volvió ayer a disfrutar del Albariño en Cambados.