Ahora, ¡a gobernar!

Galicia es “sitio distinto”. Por eso, presiento que a los vecinos de A Coruña, Lugo, Pontevedra y demás ciudades y poblaciones les interesó poco o nada el duelo entre Sánchez y Feijoo o si estos comicios representan una primera vuelta de las elecciones generales que determinarán la supervivencia de uno u otro.


Los gallegos miraron más a sus concellos y candidatos y, en este sentido, votaron según su nivel de satisfacción con las corporaciones anteriores, revalidando unas y cambiando   otras según la gestión realizada. Ahora, lo que piden es que los ganadores se ocupen de solucionar los problemas y carencias de sus localidades aplicando sus programas para cambiar a mejor la vida de la gente. Estos son, entre otros, sus deberes:


Uno. Garanticen los servicios básicos y su calidad en el centro de ciudades, en los barrios, en las villas y en la Galicia rural: abastecimiento de aguas, alumbrado público, limpieza, dotación a los colegios… Busquen el equilibrio entre la humanización de las calles y ordenación del tráfico con los derechos de los automovilistas.


Dos. Reactiven la actividad económica creando las condiciones para generar trabajo con políticas activas de empleo; paguen puntualmente a proveedores para que puedan seguir trabajando; agilicen la concesión de licencias para la realización de obra nueva o rehabilitación de edificios. Es indignante que licencias de obras duerman en los cajones municipales y se pierda la ocasión de impulsar la economía del concello.  


Tres. Atiendan al ciudadano cuando acude a las dependencias municipales. Acaben con la lista de espera, contesten las llamadas telefónicas… No puede ser que un vecino llame al concello y no le cojan el teléfono o le vayan rebotando de servicio en servicio hasta que se corta la llamada.


Cuatro. Armonicen los derechos de los ciudadanos al descanso con el derecho de los jóvenes al ocio nocturno. Las ordenanzas municipales deben establecer con claridad la “convivencia” de ambos derechos.


Cinco. Recuerden que los mayores también tienen sus derechos. Les debemos gran parte de lo que somos y ahora deben ser atendidos en residencias, centros de día, disfrutar de servicios municipales a coste razonable…


Una nota final: Las urnas asignaron las funciones de oposición a unos y el Gobierno a otros y ambos papeles son consustanciales en democracia. El buen gobernante incorpora las ideas valiosas de la oposición, que las tiene, huyendo de la arrogancia de las mayorías absolutas y acepta el control democrático sin miedo a sus alternativas.


El objetivo debe ser buscar sinergias para implementar una política de las grandes y pequeñas realizaciones que mejoren la vida de los ciudadanos. Unos y otros tienen cuatro años por delante.  

Ahora, ¡a gobernar!

Te puede interesar