uando los cronistas del futuro escriban la historia económica de Galicia en la segunda mitad del siglo XX y primer tercio del XXI dedicarán capítulos especiales a la antigua Alúmina-Aluminio, hoy Alcoa; a la ya desaparecida central térmica de Meirama; a la autopista del Atlántico y a Reganosa, por citar solo algunos ejemplos de industrias relevantes.
En su día, estos proyectos industriales y de infraestructuras tuvieron una gran contestación social con descalificativos groseros y movilizaciones en defensa del medio ambiente, los recursos naturales y las comunidades locales a las que, supuestamente, agredían. Alcoa iba a acabar con A Mariña lucense; la AP-9 era “unha navallada” para Galicia; la central de Meirama encerraba un gran potencial destructivo; y Reganosa, era calificada como una bomba para la seguridad y el medio ambiente.
Andando el tiempo, esas industrias tan contestadas, decían que “por su impacto ambiental y social”, son percibidas como parte esencial del tejido económico y fundamentales para Galicia por su generación de riqueza y desarrollo. Curiosamente, los mismos que se oponían a aquellos proyectos son ahora sus mejores aliados y defensores que luchan para evitar el cierre de Alcoa, lamentaron hace poco la pérdida de Meirama, piden con insistencia la transferencia de la AP-9 y defienden a Reganosa como una infraestructura estratégica en un contexto de transición energética.
¿Se repetirá la historia con Altri, el sector eólico y minero a los que se opone el nacionalismo gallego, líder de parte de la contestación social? ¿Cabe la posibilidad de que, si los informes técnicos garantizan el equilibrio entre desarrollo económico y sostenibilidad ambiental y se materializan esos proyectos, los que hoy están en contra de ellos se tornen mañana en ardientes defensores?
Cabe esa posibilidad. Ese cambio de perspectiva vendrá dado por la constatación de que estas industrias, respetando el medio ambiente, representarán una oportunidad estratégica para la economía generando empleo, atrayendo inversiones y posicionando a Galicia como un actor clave en la industria transformadora, las energías renovables que garantizan el suministro eléctrico sostenible y competitivo, y la minería de elementos críticos.
Hoy hay mucho barullo, sobre todo con Altri. Conviene esperar. La UE dice que no se pronunciará hasta que el Gobierno gallego concluya “la sólida evaluación de impacto ambiental” que determinará si este proyecto encaja o no con el respeto que merece el patrimonio natural de Galicia.
Y conviene también leer a los expertos. Como el trabajo “Altri, los eucaliptos y el Danubio” (La Voz de Galicia, 04.04.2025), de Enrique Valero Gutiérrez del Olmo director del Grupo de Investigación AF-4 en la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Vigo. Es un artículo muy clarificador.