Coherencias e incoherencias

Todos estamos llenos de contradicciones, vivimos con ellas. Unos se acostumbran a convivir y otros acaban en el psiquiatra. Pero cuando se tienen responsabilidades de gobierno de una nación, la incoherencia debería estar castigada severamente bien en las urnas, bien con la asunción real de responsabilidades, es decir con el cese o la dimisión.


Es incoherente que la ministra responsable del apagón haya estado desaparecida y ahora diga que aunque “necesitaremos muchos días para saber la causa... señalar a las renovables es irresponsable y simplista”. No lo es, apuntar y lanzar duros mensajes desde el propio Gobierno a las empresas energéticas, llamarlas al orden, descalificar las nucleares, sin un debate riguroso y actual, no ideológico, y no descartar un ataque cibernético. Se extraña alguien de que el Comité de Análisis del apagón siga analizando los datos y haya creado dos grupos de trabajo (algo que no se hizo, por ejemplo, ni con la pandemia ni con la Dana) y es que ahí, precisamente, reside la coherencia: cuanto más se tarde en saber lo que de verdad pasó y quiénes son los responsables, ya habrán sucedido otras cosas que hagan olvidar aquello.


Es incoherente aprobar una ley de eficiencia de la justica, sin consulta previa con los interesados, sin medios personales y materiales, que crea un embudo con los métodos de conciliación, que hace más caro y lento recurrir a la justicia, que aumenta la burocracia y retrasa procedimientos que se podrían resolver rápidamente y que ha puesto de acuerdo a los jueces de familia, de violencia de género, de menores, a los abogados, a los procuradores y a los cientos de miles de afectados. Lo coherente es que, con eso, el ministro Bolaños expulsa de la justicia a miles de ciudadanos.


Es incoherente que se quiera ilegalizar la Fundación Francisco Franco y hasta que se pueda hablar del franquismo y se permitan los homenajes a los etarras asesinos en sus pueblos, que se hayan entregado a sus herederos alcaldías como la de Pamplona, que quienes eran “incompatibles con la democracia” sean ahora “socios de bien” del Gobierno socialista de la nación, que dos tercios de sus presos ya cumplan condenas en casa o que el presidente del PNV presuma de haber expulsado a la Guardia Civil de ese territorio español. O mientras se alarga sin límites el juicio contra Jordi Pujol y su familia y se les blanquea sin reparos.


Es incoherente que se blanquee también a países como China, Marruecos o Túnez y sean descritos como naciones amigas y seguras, mientras los derechos humanos y laborales siguen siendo una asignatura que no conocen ni practican y, sin obligaciones laborales ni respetos horarios, se convierten en competidores privilegiados de los agricultores y de los empresarios españoles.


Es incoherente llegar con la transparencia como bandera y acabar con la corrupción como abrigo. Que los militares españoles tengan que pedir, casi rogar, ser reconocidos como profesión “de riesgo”. O que los periodistas seamos sospechosos habituales y se promuevan leyes contra todos los que no están de acuerdo con quien manda. Es incoherente que el Gobierno asuma, por fin, los requerimientos de defensa de Europa y esté mantenido por socios antimilitaristas, que no se apartan del apoyo y del chantaje ni con tanques.


Las incoherencias son muchas. Las “coherencias” del Gobierno son mantener los pactos que lo sostienen con enemigos declarados de España y de la Constitución. O sostener en sus puestos a los ministros que no hacen nada -la lista es larga, interminable- y a los que molestan un poco, pero, poco, como Yolanda Díaz, mientras sigan haciendo lo que hacen Montero, Bolaños, Puente y Albares; al presidente del Tribunal Constitucional, al fiscal general del Estado, al muñidor del CIS, a los presidentes de RTVE y de la agencia Efe, a los presidentes de Telefónica, de Red Eléctrica, de Indra y otras muchas. Y, mientras crece la desigualdad, mantener a los presidentes de las energéticas y de los bancos, ganando cada vez más, pero bajo amenaza de que los pueden quitar cuando quieran. Si no hicieran eso, estarían muertos. Inmunidad e impunidad a menudo van de la mano. Hay quien sabe dónde está de verdad el poder y algunos que todavía no se han enterado. 

Coherencias e incoherencias

Te puede interesar

Francisco Muro de Íscar
José Castro López
Francisco Muro de Íscar
José Castro López