La concesión de sendas Medallas de Oro de Galicia al alcalde de Oporto, Rui Moreira, y a su homólogo de Braga, Ricardo Rio, por parte del presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, no es un mero acto protocolario; es la ratificación pública de una fraternidad que se teje con hilos de historia, cultura y, sobre todo, que auguran un mejor futuro compartido. Galicia, generosa y sabia, reconoce en estas distinciones, como lo hizo con la Princesa Leonor con entendimiento del futuro español, la inquebrantable vocación de colaboración que sus hermanos portugueses han demostrado, elevando a la categoría de símbolo una relación que ha probado ser mucho más que vecindad: es una auténtica simbiosis.
Oporto y Braga, dos joyas del norte luso, no son extrañas a Galicia. Por el contrario, son ciudades hermanas, unidas por una estrategia europea que es la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal. Esta iniciativa, lejos de ser una quimera burocrática, se ha consolidado como un espacio de diálogo, intercambio y progreso mutuo. Los alcaldes Rui Moreira y Ricardo Rio, con su visión y liderazgo, han sido pilares fundamentales en este entramado, entendiendo que el crecimiento de los unos repercute en el bienestar del otros. No hablamos de meros tratados o convenios, sino de un palpitar conjunto, una respiración al unísono que trasciende fronteras administrativas.
En este camino de convergencia, la Unión Europea ha ejercido un papel modernizador innegable. Sus fondos, sus políticas de cohesión, han actuado como catalizador, permitiendo que proyectos transfronterizos que antes eran sueños inalcanzables se conviertan en realidades tangibles. La Europa de los pueblos, la Europa de las regiones, se manifiesta aquí en su máxima expresión, demostrando que la unión hace la fuerza, y que la cooperación, lejos de diluir identidades, las enriquece y potencia. La modernización de infraestructuras, el impulso a la investigación conjunta, el fomento del intercambio cultural y educativo son solo algunas de las facetas de esta fecunda interacción, impulsada y sostenida por el amparo europeo, de facto vinculada por el Camino Portugués a Santiago.
Braga y Oporto son dos de las ciudades más importantes de Portugal, especialmente en la región del norte, y representan pilares fundamentales tanto en la economía como en la cultura del país. Dicen que son la segunda y la tercera ciudades de Portugal, pero conforman el liderazgo económico, el eje dinamizador de la modernidad lusa, uno de los principales centros industriales, digitales y de startups en Europa; la una Patrimonio de la Unesco, la otra con el mismo reconocimiento para el Bom Jesus do Monte; la una cuna del Vino de Oporto, la otra la Roma Portuguesa; las dos capitales referenciales, históricas, comerciales y universitarias; ambas centros culturales, turísticos y gastronómicos de interés mundial, referentes de las inversiones internacionales; juntas, con Galicia -con profundo respeto a Lisboa y Madrid-, representan la zona más deliciosa para vivir e invertir, con calidad, paisaje, bienestar, empresas punteras conexiones internacionales -puertos, aeropuertos, etc.-, un clima atlántico moderado, el entorno natural más protegido y hermoso, agua abundante, arte, tradición y las mejores gentes, pujantes, dinámicas... Calidad. Unidas, son imbatibles.
Mirando hacia el futuro, la construcción del Tren de Alta Velocidad (AVE) entre Galicia y Portugal se presenta no solo como una mejora en las comunicaciones, sino como la consolidación de un sueño. No es solo un tren; es un puente de acero y velocidad que acortará distancias físicas y, lo que es más importante, mentales. Facilitará el comercio, potenciará el que hoy celebramos. El AVE consolidará una integración aún más profunda, de una circulación fluida de ideas, talentos y oportunidades. Oporto y Braga, con su dinamismo y apertura, serán puertas de entrada y salida a un espacio ibérico que se reinventa y se proyecta con ambición.
Las Medallas de Oro a Rui Moreira y Ricardo Rio son, pues, un justo reconocimiento a su labor y a la visión de futuro que encarnan. Pero son también un recordatorio: Galicia con sus ciudades, Oporto y Braga son mucho más que vecinos; son socios, amigos y cómplices en la construcción de una prosperidad compartida. En un mundo cada vez más interconectado, la Eurorregión se erige como un modelo de cómo la proximidad geográfica, cuando va acompañada de voluntad política y empatía cultural, puede transformarse en un motor de desarrollo y entendimiento. Que estas medallas brillen no solo en sus pechos y corazones, sino como faros que guíen el camino de una relación que promete seguir dando frutos de oro.
Enhorabuena a los premiados y a Alfonso Rueda por su acierto y sentido de la oportunidad. Ese es el buen camino, el de la cooperación y el reconocimiento de los liderazgos honrados, liberales y consecuentes. El mejor ejemplo para las nuevas generaciones de políticos.