Razones a favor y en contra de elecciones anticipadas

Las calles se llenan de gente que pide elecciones ya “para echar a Sánchez”. Las encuestas que se publicaban estos últimos días incidían también en el deseo de una mayoría de españoles para que el presidente del Gobierno disuelva anticipadamente las Cámaras legislativas y convoque cuanto antes los comicios. Algo que, de acuerdo con todos los síntomas, Pedro Sánchez no piensa hacer, amparado en un sólido suelo de votos –al menos siete millones–, en unos buenos resultados económicos y, para qué negarlo, en la apatía política de esa mayoría de ciudadanos que no salen a manifestarse.


Pero, en pura técnica política, ¿sería conveniente acudir ahora a las urnas? ¿Debería Sánchez anticipar las elecciones que, según el calendario oficial, habrían de celebrarse en julio de 2027? Pues quizá sí, pero.
Qué duda cabe de que la situación política española, en la que reinan la inmoralidad, el oportunismo y la inveracidad, reclama un saneamiento. De hecho, reclamaría soluciones de altos vuelos en cuanto a regenerar una democracia que se ha ido viciando, y no solamente --aunque sí, principalmente-- por culpa del actual Gobierno, cuyas alianzas parlamentarias se cuartean y cuya coalición con Sumar aparece más débil que nunca. Pero, al tiempo, reclamar unas elecciones cuando no se ven alternativas de gobierno claras podría ser una condena a tener más de lo mismo tras el paso por las urnas.


Cierto, el Partido Popular (PP) escala tímidamente posiciones en los sondeos. Y presumiblemente el próximo congreso del PP, si Feijóo y su equipo no fallan y si el partido no estalla en sus contradicciones, como las mostradas por Ayuso en la Conferencia de Presidentes Autonómicos, servirá para afianzar algo esa alternativa. Pero no lo suficiente: ahí está el ascenso de Vox, que es una relación casi imposible para completar las posibilidades del PP.


Quizá el partido conservador necesita algo más de tiempo para depurar algunas de esas contradicciones y tratar así de avanzar posiciones en Comunidades como Cataluña y el País Vasco.


Viajeros a La Moncloa dicen que la situación internacional no está precisamente como para convocar elecciones, pero otros países europeos lo han hecho, sin otro perjuicio –y no es poco– que un indudable ascenso de los populismos. Y ese me parece el principal peligro también en España, al menos atendiendo a lo que dicen las encuestas, para lo que valgan, en el caso de que ahora se celebrasen unos comicios.


Puestas así las cosas, la mejor solución sigue siendo un acuerdo de gobierno hasta el fin de la Legislatura entre los dos principales partidos nacionales, una especie de nuevos pactos de La Moncloa. Algo que hoy, dada la visceralidad del estado de las relaciones entre el PSOE y el PP, parece altamente improbable, casi imposible: la crispación, como se ha visto en las últimas horas, es demasiado grande. Una lástima, porque ya vemos que ni con urnas ni sin urnas tienen nuestros males remedio.

Razones a favor y en contra de elecciones anticipadas

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