Escribía Antonio Machado “caminante no hay camino, se hace camino al andar” y en Vilagarcía llevamos años sin saber qué caminos seguimos. O mejor dicho, tememos que el destino no será aquel que la mayoría de los vilagarcianos querríamos.
Ya van nueve años de gobierno de Alberto Varela en Vilagarcía y lamentablemente las malas costumbres se incrementan a pasos agigantados. Como es conocido por todos, desarrollé mi carrera profesional en el ámbito de la construcción y, con conocimiento de causa, puedo decir que en Vilagarcía, lamentablemente la gran mayoría de las obras, por no decir la totalidad, acumulan retrasos y problemas.
La información ofrecida por el gobierno a la ciudadanía y a la oposición es limitada, el seguimiento es complicado y los proyectos se alargan de forma incomprensible, donde no se cuenta con los que están afectados. En esa realidad paralela, en la que vive Alberto Varela, un día puede, por ejemplo, inaugurar un pabellón prometiéndole a los equipos que tienen todo para entrenar al día siguiente, pero luego, en la vida real, el pabellón está pendiente de acabar y recepcionar.
En el mundo perfecto de Varela, también puede presentarse un día de agosto en la piscina municipal y presumir de que terminaron la obra de la cristalera 11 días antes de lo previsto, cuándo la realidad es que la obra lleva 6 meses de retrasos y que aún está sin rematar.
En la realidad idílica de Alberto Varela, la obra de acceso a Trabanca Sardiñeira iba a estar lista en el año 2023 y ya vamos a empezar a poner las luces de navidad y la obra aún está sin acabar.
Cualquier vecino podrá ir a la calle Aquilino Iglesia Alvariño, a la plaza de Abastos de Vilaxoán o al albergue de Carril y comprobar que la cinta roja aún no se ha cortado. ¿Serán que están esperando a que estas obras se acaben solas o por arte de magia?
Al igual el Partido Socialista de Vilagarcía tiene algún truco de magia en su realidad paralela para volver atrás en el tiempo y cumplir con todo lo prometido y poner en funcionamiento todas estas obras que están durmiendo el sueño de los justos. De momento, el común de los mortales en Vilagarcía, seguimos esperando por todo aquello que nos “vendieron” y asumiendo en nuestro día a día los conos y las vallas.
Por mucho que Varela se esconda y viva en su realidad paralela, los vecinos, día tras día, y obra tras obra, ven la realidad y la sufren. Porque si algo hemos aprendido de estos nueve años de socialismo en Vilagarcía, es que lo empieza con un retraso, a menudo acaba con frustración.