Retrocedimos muchas décadas

Saltaron los plomos en toda España y apagaron las luces, pero encendieron memorias. El apagón nos devolvió a un tiempo que creíamos superado, cuando la oscuridad era física y también ideológica. Nos recordó aquellos días y noches negras de la dictadura, en las que el silencio y la oscuridad eran la norma y la desinformación era la estrategia del régimen. Entonces la población quedaba a merced de rumores, del miedo y de una soledad impuesta. Igual que quedamos el día 28: sin luz, sin información clara y precisa y con miedo.


Retrocedimos muchas décadas. No por un toque de nostalgia, sino por negligencia de unos gestores. ¿Cómo es posible que, en pleno siglo XXI, un país entero quede a oscuras sin explicaciones, sin respuestas inmediatas, sin que nadie asuma responsabilidad alguna? ¿Dónde estaban los protocolos? ¿Quién responde por la mala gestión, la falta de previsión y de transparencia y el deterioro de la imagen de España? Porque no fue solo un corte de luz, fue un corte del derecho a la seguridad, a la información y a la dignidad.


Nunca olvidarán el apagón las personas atrapadas en ascensores y trenes, los enfermos que no pudieron ser atendidos, los hospitales operando con mucho riesgo, las empresas y autónomos con pérdidas importantes, los que perdieron alimentos y los ciudadanos que tuvieron que deambular por las calles. Y todos pagamos el tributo de la incertidumbre durante horas angustiosas esperando que algún responsable, con autoridad y criterio asumiera el mando de una nave que estaba a la deriva.


No fue así. Las responsabilidades se diluyeron bajo una verborrea inútil, bajo investigaciones “en curso” y comisiones de investigación que son el mejor aval para oscurecerlo todo. Solo sabemos que el apagón no fue un bulo creado por pseudomedios o la fachosfera de la derecha. Y va tomando cuerpo que los dirigentes inventan culpables: alientan ciberataques y ponen bajo sospecha la energía nuclear y las eléctricas, cuando todos los expertos apuntan a negligencias-incompetencia de Red Eléctrica. ¿Cuesta tanto trabajo decir la verdad a los españoles y pedirles disculpas?


Estos gobernantes abordan las crisis para defender sus intereses, para ellos la realidad es secundaria. “Lo importante”, dice el escritor Daniel Gascón, “es echar la culpa a otros y ocultar errores producidos por dogmatismo ideológico, sesgo de optimismo y pura incompetencia…”. Lo cierto es que el país entero quedó a oscuras, sin luz y sin rumbo y sigue sin información fiable. Este apagón, además de fallo eléctrico, fue la expresión de desidia y de una gestión deplorable.


Si no hay explicaciones claras, si no se depuran responsabilidades, si todo vuelve a la rutina como si nada hubiera pasado, entonces estamos condenados a que se repita la historia. Lo que significa que la oscuridad volverá a campar en el país.

Retrocedimos muchas décadas

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