Talibanes, allá y aquí

Tres noticias recientes prueban que el odio, la intolerancia y el fanatismo amenazante siguen en vigor no solo fuera, también en España.  


La primera fue el aniversario de la toma del poder por los talibanes en Afganistán, después de la claudicación de Occidente. Un aniversario triste y dramático para el país en general y para las mujeres en particular. Después de veinte años de una vida libre, laica y democrática, el nuevo régimen las desposeyó de todos los derechos, les arrebato la libertad que habían probado y ellas y todo el país viven bajo las tinieblas económicas, sociales y personales, sin presente y sin futuro. Mientras, el Occidente liberador mira  como ese pueblo naufraga en medio del río de aquella dictadura.


La segunda fue el atentado contra Salman Rushdie, víctima de la fatua del líder iraní  que en 1989 le condenó a muerte por los Versos Satánicos. El régimen de ahora se desmarca del atacante, pero considera culpable al escritor y a sus seguidores a los que tacha de “dignos de condena” y celebra el atentado. “Llegaremos a vuestros países gracias a vuestras leyes y una vez dentro, os destruiremos”, decía un yihadista radical. Así entienden la tolerancia y la libertad de expresión en ese mundo.


La tercera noticia viene del ámbito doméstico. Es la “fatua” dictada por los radicales de Getxo contra el joven Mikel Iturgaiz cuyo delito es ser hijo del presidente del Parrido Popular del País Vasco. Es un ejemplo de libro de intolerancia que tiene su expresión en el acoso, el insulto y la amenaza a este muchacho hasta que consigan intimidarlo para que se vaya de Euskadi, como han conseguido que se marcharan decenas de miles de compatriotas en los tiempos duros de ETA.  


“ETA, dice Fernando Sabater, no ha acabado, ha conseguido sus objetivos. Se aprobó una ley de Memoria al gusto de Bildu en la que el franquismo dura hasta el 83 y parece que quienes nos han salvado de él son los separatistas; se vota al partido de los que mataron a Miguel Ángel Blanco... Ahora no se pasean con capucha, defienden las ideas que han ganado mediante la violencia”.


El odio y la intolerancia contra los que piensan distinto siguen instalados en esa parte de la sociedad vasca que muestra una actitud totalitaria, de “limpieza étnica” y de exclusión, contraria a los derechos humanos y a los valores de la libertad.


Talibanes de allá y de aquí, lejos y cerca de nosotros. El régimen afgano, el atentado a Rushdie y el fanatismo intolerante de los cachorros de Bildu son incompatibles con la democracia. Pero que el Gobierno de España sobreviva apoyado por los talibanes de Euskadi, los herederos de ETA que, además, quieren destruir el Estado de Derecho, es la mayor degradación de la democracia. 

Talibanes, allá y aquí

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