Como en el relato “Bola de sebo”, “ El cuento de la criada” y tantas otras historias ficticias y reales de clasicismo, supremacismo y tiranía, así la historia de nuestros referentes democráticos, PNV y JUNTS (el incorrupto retoño del corrupto entramado socioeconómico que fue Convergència i Unió). Dos mundos de amos, pensados y gobernado por amos, bajo una premisa más teológica que ideológica, capaz de trasladar al común de esas sociedades la fuerza del trabajo que sustenta el maquiavélico andamiaje social y político que han creado en aras de copar poder y mantenerlo más allá del juego democrático.
No ansían ni discuten la construcción nacional, sino su propiedad.
Dos aparatos de poder monolíticos que hoy en día puede parecer que corren suertes dispares en lo electoral, pero que si se analiza en profundidad, se observa que su ascendiente, el que le otorga la paternidad de ese engendro clasista y supremacista que han ido tejiendo a lo largo de su historia, les habilita como una referencia inamovible de la idea que lo mueve y dispone todo en el seno de estas sociedades creadas a su imagen y semejanza.
Sociedades que no dudan en sacrificarse por ellos hasta el sumun de la violencia y que a ellos ofrendan trabajo, progenie y hacienda.
En la secuencia de esta distopía social vemos a la izquierda, desde la más reaccionaria a la más liberal, postrarse ante ellos, reverenciándolos, como si de un respetable consejo de ancianos se tratase.