Fue pasados unos minutos de las doce y media del mediodía del extraño lunes cuando los móviles comenzaron a quedarse sin señal. Fue la primera señal en los domicilios, que a esa hora por lo general no tenían luces encendidas. Ya pronto las ventanas comenzaron a abrirse y los vecinos a preguntarse: ¿Tienes luz?”. Mientras tanto, una imagen destacaba en las calles: Coches intentando sin éxito entrar en los garajes, ya que no iba el mando..
La situación pilló a la mayoría desprevenidos, ya que tampoco eran capaces de comunicarse con nadie, por lo que los arousanos tiraron del boca a boca.
Fue una jornada de lo más raro, también en Arousa donde las calles se convirtieron en lugar de encuentro de ciudadanos en busca de información y también de algo que echarse al estómago. Poco después de que se produjera el apagón, muchos restaurantes ya optaban por echar el cierre, ante la imposibilidad de atender a los clientes. Pero también en las casas, la gran mayoría con cocinas eléctricas, se encontraron con el problema de qué hacer para comer. Con este panorama, las panaderías se convirtieron en el gran refugio, formándose colas tanto en los supermercados que pudieron mantener la actividad como en los propios establecimientos de pan. Algunos, como el situado en la Praza de Galicia, tenían bolsas llenas para atender la gran demanda, mientras que otros tuvieron que echar la verja porque se quedaron sin producto. Hacerse un bocadillo de chorizo o jamón, recurriendo también a los 24 horas de la zona, fue la opción de muchos, mientras que otros acudieron a establecimientos de comida caliente, como el Pío Pío de Conde Vallellano, que se quedó abierto hasta más allá de su horario. Los que echaron el cierre ya desde última hora de la mañana fueron los comercios de ropa, ante la imposibilidad de cobrar con tarjeta y al no ir las cajas registradoras, mientras que otros establecimientos hicieron el agosto. Se trata, sobre todo, de los dedicados a la venta de artículos para el hogar, como los “chinos”.
El de Rey Daviña, atendía a los clientes con linternas. Los productos más buscados fueron las velas, las radios, que se convirtieron en el gran amigo de todos los que buscaban información, y los camping gas. Los arousanos, preocupados por si el apagón se extendía e incluso muchos pensando en episodios posteriores, decidieron armarse para futuras comidas y cenas.
Ante la falta de trenes, muchos optaron por circular en coche, llenándose las gasolineras. Las residencias y centros sociosanitarios tiraron de generadores, al igual que el Concello de Vilagarcía, que así pudo salvar la actividad y las comunicaciones con servicios tan esenciales como la Policía Local. l