El campamento de la dignidad dice adiós a O Pousadoiro

El campamento de la dignidad dice adiós a O Pousadoiro
Diario de Arousa-2015-02-10-004-6f428887

Rabia, tristeza, emoción y gratitud se mezclaron durante más de un centenar de días entre los palos del emblemático campamento que ayer desmontaron, cerrando así uno de los capítulos más importantes de la historia reciente de Vilagarcía. La huelga de Lantero, la más larga de Galicia, bien se merece ser recordada para la posteridad y por eso una de las cosas que se plantean ahora los trabajadores es colocar una placa en el lugar que convertieron en su segundo hogar durante estos últimos meses.
Algo que por el momento es tan solo una idea pero que sin duda serviría para dejar constancia de un episodio que guarda muchas lecciones para las generaciones futuras.
De estas y otras cosas charlaban ayer los trabajadores de Lantero mientras unidos, una vez más, retiraban los “cimientos” del campamento desde el que hicieron victoria su grito “Ou todos ou ningún”.
A  las diez de la mañana fue la hora oficial de la quedada para desmontar el campamento, tarea que les llevó menos de sesenta minutos y en la que fue necesario un remolque.
El ambiente ayer en O Pousadoiro era relajado, nada que ver con la tensión de jornadas anteriores y el fin de semana sirvió a los trabajadores para recapacitar sobre el significado del acuerdo alcanzado el lunes.
“Fue la propuesta del comité desde el primer momento. Ahora es cuando se demuestra que no era para nada exagerada”, explica Juan Suárez
Lo que tienen claro todos los miembros de la plantilla de Lantero es que la situación no se podía mantener así durante mucho tiempo. Ni siquiera en el primer fin de semana sin huelga pudieron desconectar del conflicto en el que invirtieron todas sus fuerzas durante 117 días. A toro pasado, ninguno se muestra sorprendido por el final. Todos mantuvieron firme la confianza en que lo que estaban haciendo era lo correcto. Ahora, más relajados y sin el peso que carga la incertidumbre, disfrutan de las vacaciones pendientes con ganas de volver a trabajar. Esperan hacerlo en un buen clima y en principio no temen represalias por la huelga. “Fue un acuerdo entre ambas partes, así que no tiene que haber represalias”, asegura Emilio Caeiro.

momentos emotivos
Atrás quedan los momentos pasados en el campamento de la dignidad. Algunos muy duros, como los despidos, las navidades, en las que hasta el turrón les supo a amargo o la fiesta de Fin de Año, en la que hicieron de tripas corazón y hasta lograron pasarlo bien. Pero también instantes emotivos, como la visita de los taxistas, con sus cláxons, o de Protección Civil, con sus sirenas. Y por supuesto, los encontronazos con los escoltas que la empresa envió a la fábrica antes de comunicarles formalmente el ERE. Ahora toca escribir otra historia. La que llevan años tejiendo con las máquinas desde la que convirtieron Lantero en un referente mundial.

El campamento de la dignidad dice adiós a O Pousadoiro

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