Festa da Auga | Un gran chaparrón que sabe a milagro

Festa da Auga | Un gran chaparrón que sabe a milagro
El agua lanzada desde los balcones y la que cayó del cielo sirvió para satisfacer las ganas de mojarse de las miles de personas que disfrutaron de la fiesta | mónica ferreirós

Las predicciones no fallaron y San Roque trajo la lluvia por la que incluso en una zona habituada a ella tanto se llevaba esperando. Fue precisamente la falta de precipitaciones la que motivó que la Festa da Auga volviese a sus orígenes, a esos en los que no existían las grandes mangueras y en las que eran los propios vecinos los que desde sus balcones y ventanas regaban a aquellos que pedían agua para refrescarse. Y así fue. Miles de personas (6.000 según fuentes de la Policía Local) –menos que en ediciones anteriores, pero en todo caso muchísimas– celebraron ayer por todo lo alto el regreso de una celebración tipificada como de Interés Turítico Nacional, pero cuya gran cantidad de devotos –que ni siquiera la pandemia ha logrado reducir– bien merece la etiqueta de Internacional. El operativo especial arrancó de madrugada con un hospital de campaña ubicado en la Praza da Peixería, refuerzo de vigilancia en los cuerpos de seguridad del Estado y un equipo de más de ochenta personas encargados de dejar las calles impolutas tras una noche y una mañana de auténtica locura. El Auga trajo el milagro, el de la lluvia tan deseada y el entierro simbólico de una pandemia que dejó a los vilagarcianos sin su fiesta más querida durante dos ediciones consecutivas. Eso sí, no se sabe si será suficiente para salir de la prealerta que azota a toda la comarca de O Salnés.


En todo caso la lluvia no disuadió a aquellos que querían acompañar sí o sí a San Roque y que desde antes de que la imagen saliese del templo parroquial ya estaban esperando con cubos, diversos juguetes y ganas de acompañarlo hasta su barrio. De camino papelitos de colores se confundían con las gotas de lluvia y al regreso de la marea humana hacia las calles más céntricas estos se cambiaron por mangueras desde los balcones e incluso alguna alcachofa de ducha. Los vecinos de toda esa calle respondieron, vaya si respondieron.


La música de lo más variada fue la banda sonora de la mañana hasta bien pasadas las cinco de la tarde, pero todo estaba tranquilo cuando la procesión religiosa –la que devuelve a la imagen desde la capilla a la iglesia parroquial– recorrió casi el camino a la inversa acompañada de un amplio reguero de fieles. Fue la parte más religiosa de una jornada que Vilagarcía dedica íntegramente a su patrón, San Roque, y que culminó con una noche de Zarzuela en el Auditorio ante la amenaza de que las lluvias volviesen a repetirse.


La ciudad continúa de fiestas y el tiempo volverá a temperaturas muy de verano de cara al fin de semana, cuando se celebra el gran Combate Naval.

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