A Máximo Huerta le gusta definirse como escritor y librero, aunque no huye de un pasado como periodista que –según sus propias palabras– lo llevó a poder dedicarse de pleno a la literatura y a escribir “sin prisas”. El autor desmiente cualquier explicación rebuscada sobre el hecho de que ahora en las portadas de sus libros aparezca su nombre completo en vez de el de Màxim por el que muchos todavía lo conocen. Preguntes lo que le preguntes sus respuestas siempre se van a los libros, entre los que vive con orgullo y satisfacción. Hoy estará en las “Conversas ao solpor” de Cidade de Libro, una cita a la que asegura que viene “con muchas ganas”.
¿De verdad no queda ya nada de ese Máximo Huerta periodista?
Pues es una profesión que ya no utilizo, que no ejerzo desde hace bastante tiempo. Yo supongo que es el recorrido habitual de muchos escritores. De hecho casi todos mis referentes han sido también periodistas, como pueden ser Larra, Miguel Delibes, Vargas-Llosa, García Márquez. Todos ellos han trabajado antes en esa profesión. El trabajo utiliza, de hecho, las mismas armas, que son la palabra y la escritura. Eso sí, en el periodismo vas con prisas y en la literatura todo va a tu ritmo, lo que es una gozada.
Sus novelas destacan por una escritura muy cuidada, pero también por personajes que son cotidianos. ¿Cómo nacen esas historias?
Nacen mirando la vida, escuchando a mi madre, yendo al cine, paseando con mi perra. Mis novelas no son de ciencia ficción, no son novela negra, por lo tanto la vida es la que ejerce de mi inspiración, eso que dices de lo cotidiano, la familia, el paso del tiempo, la memoria, la soledad... Los temas universales son los que más me inspiran.
Temas universales como la soledad, el dolor... ¿No se sufre escribiendo de ello?
En realidad todas las novelas tienen sentimientos, desde una de romanos de Santiago Posteguillo a otra de Paul Auster. Me costaría encontrar una en la que no se perciban emociones. Es algo que un libro lleva de por sí en su esqueleto.
Habla de que la literatura tiene un ritmo más sosegado. Sin embargo ahora existe la sensación de que los autores publican mucho y muy seguido, que hay un ritmo frenético.
A ver, depende mucho del público. Por ejemplo los lectores de juvenil piden otras velocidades. Eso sí, lo que noto es que se publica muchísimo, demasiado. No da tiempo a que una novela tenga su recorrido, que el público la elija, la lea, la comente. Pero ocurre con todo, no solo con los libros, también con el cine, con la moda. Es fuerte, pero la mayoría de las novelas no están ni una semana en una librería, duran muy poquito y cuando no tienen movimiento desaparecen. Muchas de ellas serán, probablemente, maravillosas, pero no se les da tiempo.
Está claro que la prisa no forma parte de su proceso creativo.
No, claro que no. Mis ideas surgen de algo que me viene pues paseando, tomando un café. Empiezo a darle vueltas y esa idea a veces florece y otras no. Siempre llevo una libreta conmigo en la que tomo anotaciones, frases sueltas. Además hago fotos, busco otras que tengan que ver con la novela y voy creando una estructura. Yo necesito saber desde el principio cómo va a acabar la historia. La única novela que empecé y escribí de una manera más orgánica, digamos más espontánea, es la de “Adiós pequeño”, porque es más lírica.
En temas tan cotidianos que nos tocan a todos, ¿Es la escritura parte de su medicina?
Para mí la medicina es leer. Escribir no. La escritura es la necesidad de contar una historia y de llevarla a cabo para así poder compartirla. Yo soy hijo único, nací en el 1971 y en aquel entonces no había maquinitas, ni internet. El libro para mí lo tenía todo, era un amigo, alguien que te daba lugares, respuestas. Y a día de hoy me lo sigue dando todo. Un libro que me atrape, que me guste, que lo disfrute. Eso sí es una medicina.
Además de escritor y lector desde hace unos años también librero con “La librería de Doña Leo”. ¿Un sueño cumplido?
Sí, yo cumplo los tres requisitos: lector, escritor y librero. Yo sé que soy un animal extraño. Para mí montar esta librería y hacerlo aquí siempre ha sido mi sueño. Las librerías siempre son un pequeño paraíso en el que hay mil opciones entre las que escoger, entre las que puedes dudar, ver la primera página... Es una auténtica gozada. Además me siento orgulloso de que mi librería ha traído dinamismo a mi pueblo. Hago muchas firmas, actividades...
¿No es un riesgo abrir una librería física en plena época del “todo online”?
Es un riesgo abrir cualquier cosa. Es un riesgo todo porque no sabes cómo va a ir nada en este tiempo de prisas y de consumo en el que ya no duran ni los amigos. Sinceramente no pensé en el riesgo. No fue una decisión cerebral, fue emocional. Pensé con el corazón.
No quiero meterle esa prisa de la que tanto hemos hablado, pero... ¿Hay proyectos inmediatos en la mente de Máximo Huerta?
Por supuesto, la cabeza la tengo a tope. De hecho cuando me preguntan por novelas que ya he publicado es como algo que se me queda atrás porque ya tengo en mente la novela del año que viene. Ya estoy dentro de esa historia, de ese personaje, de su mundo. No avanzo nada sobre ella porque nunca lo cuento, ni a los allegados, por el temor a que acabe frustrándose.