el pánico ha cundido entre los que viven con un móvil pegado a las manos ahora que ya es una realidad el estudio del INE sobre los hábitos de movilidad de los españoles. Igual es que no se fían de que los registros sean anónimos. Ellos, tan celosos de su intimidad que hay días en los que solo tuitean tres veces sobre sus gatos, una sobre la serie que están viendo y cuatro acerca de sus planes nocturnos. O igual lo que les molesta es que de los miles de euros que se van a llevar las operadoras por entregar sus datos ellos no van a ver ni el primero. Vamos, exactamente igual que hasta ahora. FOTO: un móvil a una mano pegado | efe