Una representación singular

En el entrante costero que forma la península de la Torre de Hércules y el Prioriño, al libre aire atlántico, con asistencia de mucho público y dentro del ciclo sin numerar, la compañía “Cascarilleira” representó la obra de autor desconocido “La ciudad de los mares de esquina”, basada en una vieja leyenda –reinado de Alfonso IX, año 1208- de un pueblo luchando por sus libertades. Tarima para actuar titiriteros y saltimbanquis, corral de comedias, plaza de Almagro, carro de Tespis, tinglado de antigua farsa, alegrando aldeanos o festejando a nobles y gentes de alcurnia con la magia del teatro. Ahora utilizando la política municipal coruñesa para servir cultura a espuertas, mientras cantan versos del alma los convecinos que lo están pasando muy mal por culpa de la crisis…
Hay que dotar las familias de Marineda con las mejores armas dialécticas y educación de primera línea. Todo para el pueblo y con el pueblo superando el deleznable “sobaquillo ilustrado” y “eruditos a la violeta”. Sobre este escenario de rosa de los vientos galopan cien siglos de incertidumbre. Y la espuma de las olas psicoanaliza a las playas para encontrar nuestro “alter ego”. El mar como espejo esperanzado para escuchar los latidos del corazón que dibujan un horizonte salado. Entre las bambalinas y proyectores navega ese barco fantasma que aterroriza a todos los marineros del ancho mundo. También avanza desde el foro a la embocadura, desafiante, la hermosa doncella que dio nombre a la ciudad. Historias narradas mil veces que suenan distintas según quien las cuente y cómo las cuente.
Buena escenografía natural. Olas que rugen con vientos huracanados y lluvias copiosas. O placidez de lago de delfines, bajo sol abrasador, que bailan danzas de siete velos. Mar que abraza efusivo y contempla las amapolas que corren a la arena.

Una representación singular

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