Cuestión de niveles

En la mayor parte de facetas de nuestra vida, lo fácil es llegar al nivel intermedio. La explicación que yo encuentro a esta evidencia radica en que estás con la ilusión de lo nuevo, aprendes mucho en poco tiempo y alcanzas objetivos con cierta facilidad.

A partir de entonces, tratas de ascender al nivel que solamente alcanzan unos pocos elegidos. Para ello, luchas con uñas y dientes, te echas a la espalda las dificultades y tratas de perseverar en la consecución de una meta que cada vez se te hace más bola.

Para llegar a lo más alto del escalafón, parece que hay un punto en el que todo se estanca y en el que nada sucede, como mucho, unas ganas cada vez más insistentes de rendirnos, no sin antes cuestionarnos si valdremos para lo que nos hemos propuesto y si los esfuerzos realizados hasta entonces habrán merecido la pena… Pero la única forma de alcanzar la excelencia es saber transitar por la mediocridad sin perder la energía, ni la ilusión, ni la fuerza.

Lo que más me gusta de escribir es ser capaz de conectar con un montón de gente que piensa de una forma similar a cómo yo lo hago. Lo que más me gusta de leer es saber que, al menos, hay otro ser humano en algún rincón del mundo que tiene la capacidad de sacarme las palabras de la boca para expresar exactamente lo mismo que yo estoy sintiendo. La literatura es un poder universal que hermana a ciertas personas más que la sangre. 

Mariana Enríquez escribió un artículo que hablaba sobre la cuarentena  en el que fue capaz de transmitir exactamente lo mismo que me sucedió a mí. El saber que otro mortal estaba pasando por lo mismo, me tranquilizó y me hizo pensar que yo no era un bicho raro. De algún extraño modo, la periodista me aportó amistad y abrigo sin conocerme de nada. Desde entonces la siento mi amiga.

Cuando parece que nada cambia, cuando tienes la terrible sensación de no solo estar perdiendo tu nivel medio, sino de estar retrocediendo a la casilla de los principiantes –que en el fondo es lo que todos somos toda la vida–, es cuando las personas comenzamos a crecer. Cuando ya no tenemos ganas de mirar atrás, de comparar ni de recordar; es cuando estamos preparados para despegar.
Los americanos suelen recomendar ante las situaciones de crisis el tratar de mirar desde fuera de la caja. Es importante no perder la perspectiva ni castigarnos continuamente pensando en lo que pudo haber sido y no fue. Es vital ser capaces de ver el problema como si nos lo estuviesen contando y como si no fuese nuestro. Una vez que alcanzamos ese nivel de objetividad estaremos preparados para enfrentarlo y para comenzar la escalada de su relativización.

Así que si ustedes sienten que la vida lleva tiempo poniéndoles zancadillas para avanzar, párense un momento a observar todo lo alcanzado con lógica y mentalidad resolutiva. Nadie sabe realmente dónde va ni lo que le espera. Ninguno de nosotros, por mucho que crea haber alcanzado el nivel máximo buscado, está a salvo de la vida… Y lo que hoy es un nivel medio, mañana puede convertirse en alto si no nos permitimos caer en el pesimismo y desfallecer.

Cuestión de niveles

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