Una profecía situó el fin del mundo el 14 de junio de 1960. Por ello cuando en la tarde del 17 los vilagarcianos escucharon un fuerte estruendo no fueron pocos los que pensaron que todo se acababa. Las imágenes que se vieron a continuación no despejaron estos presagios. Eran las seis menos diez de la tarde. Isabel Garrido estaba leyendo una novela en su casa en Carril. “Salí a la calle y todo el mundo corría hacía Vilagarcía”, recuerda en el blog de O Faiado. La explosión se produjo a kilómetros, en el barrio de As Carolinas. Pirotecnia Valladares libraba su último combate y en él fallecían siete miembros de la familia que hizo soñar a generaciones enteras de vilagarcianos en las noches de verano. “Los muertos son Ramón Emilio Valladares Monteagudo, de 70 años, su esposa, Jesusa Carballido, de 75, un nieto de este matrimonio, Rogelio Presas Valladares, de 19, la hermana de éste, María del Carmen Presas Valladares, de 16; Dolores y Alicia Valladares Carballido, hijas del matrimonio, y un cuerpo sin identificar que se supone corresponde a un operario de taller conocido por el Sordo”. Así lo contaba el ABC, que destacaba el valor del guardia Roque López y de Juan Lorenzo, que fueron los primeros en entrar a ayudar. Pudieron rescatar a Eduardo Valladares. Su sobrina, Alicia Presas, se encontraba al lado, en casa de otra familiar. Cándido Castro estaba en San Roque. Ambos se cruzaron con un isocarro (un remolque tirado por una moto) del que sobresalían unas piernas chamuscadas. Un recuerdo grabado a fuego en sus retinas.