VILANOVA - Unos encapuchados asaltan la casa de un constructor y maniatan a toda su familia

Al grito de esto es un atraco y corriendo hacia ellos. Así sorprendieron cuatro hombres encapuchados al constructor Jacinto Vidal y a su esposa en la noche del miércoles, cuando él estaba tranquilamente en el sofá, viendo las noticias, y ella junto a la chimenea. Estaban esperando a que a su hija y su nieto, de seis años de edad, regresaran a casa. Todavía no habían puesto la alarma de seguridad, ni cerrado la verja principal de su vivienda, en el lugar de O Rodo, en la parroquia de Baión, y los ladrones aprovecharon el momento. Según fuentes cercanas a la familia, tras maniatarlos y 10 minutos en la vivienda se llevaron algo de dinero y joyas, pero el susto fue lo peor.
La Guardia Civil de Cambados ha abierto una investigación para esclarecer las causas de este robo. Los hechos ocurrieron sobre las diez menos cuarto de la noche y los autores eran cuatro hombres, con aparente acento extranjero. Entraron en la casa de sopetón y enseguida se dirigieron hacia el constructor, lo colocaron en el suelo, boca a bajo, y lo ataron de pies y manos. Solo le dio tiempo de ver a uno.

nadie saldrá herido
Los asaltantes también ataron a su mujer. Usaron bridas de plástico que traían consigo, iban preparados y pidieron colaboración a la pareja, de mediana edad, para que nadie saliera herido. Y así hicieron, no hubo agresiones.
Cuando les preguntaron dónde guardaban dinero ella acabó accediendo, con lo cual le soltaron los pies y les llevó a la caja fuerte que tienen en el piso de arriba y donde  guardaban el dinero de los gastos del mes, que no era una gran cantidad, según las mismas fuentes. Se llevaron el metálico y las joyas, entre las que había alhajas varias y algún reloj de oro. Los ladrones actuaron con rapidez y organizándose para vigilarlos. No les dejaban ni levantar la mirada y cuando su hija entró en el domicilio con su nieto y les pilló “in fraganti” enseguida la ataron. Al menor no, aunque empezó a llorar ante la tensión de la situación.
Cuando se fueron, habían pasado unos diez minutos, aproximadamente, desde que los encapuchados habían entrado en la casa al grito de esto es un atraco. La hija del promotor pidió al pequeño de seis años que fuera a la cocina a coger unas tijeras y le cortara las ataduras de las muñecas.
De este modo la mujer pudo liberar a su padre, que ya había conseguido romper la de los pies, y después a su madre, a la que habían metido en una habitación del piso de arriba, con los tobillos otra vez atados y con la orden de no moverse.