El empresario Epifanio Campo falleció la madrugada de ayer, a los 63 años de edad, en su casa de Vilalonga a donde acudía cada mes de agosto a pasar sus vacaciones estivales. Una parroquia que lo vio crecer ya que a ella se mudó desde Puente de Domingo Flórez (León) con tan solo cuatro años y a la que siempre estuvo muy vinculado tanto por sus negocios en el sector de la cerámica como por su importante legado a los vecinos.
Vinculado a los sectores cerámico, energético y financiero (llegó a tener el 10% del desaparecido Banco Gallego) padecía desde hace tres años una grave enfermedad que no pudo superar. El negocio familiar había derivado en los últimos años hacia el sector energético, donde Rodonita, el brazo inversor de referencia, acumulaba más de 215 millones en activos, con fuerte presencia en desarrollos eólicos. De la división energética cuelgan sociedades como Eólicos do Morrazo, Eólicos da Mariña o Sociedad Eólica de Ourol.
Durante su enfermedad, Campo reestructuró su grupo planeando una sucesión tranquila. Desde 2012 sus hijos van ganando puestos en el conglomerado familiar. Blanca Campo Sáez forma parte del consejo de Rodonita, mientras que Jacobo Campo, el más activo en la dinámica diaria de las sociedades, figura como apoderado.
Su residencia habitual estaba en A Coruña desde donde dirigía sus negocios con una fortuna que en 2009 se llegó a estimar en 600 millones de euros, pero su empresa matriz, afincada en Vilalonga continuó manteniendo un peso importante en su holding empresarial. En ella se produce un tipo de ladrillo, el reflectario, único en el mundo, que se comercializa a distintos países.
El apoyo de Epifanio Campo hizo posible el primer campo de fútbol de la parroquia así como la plaza pública de la que hoy disfrutan todos los vecinos. Pero su figura de benefactor reconocida por todos trasciende distintos ámbitos de la parroquia de Vilalonga. Donó gran parte del material con el que se construyó el actual edificio de la Cultural de Vilalonga y ayudó a los vecinos y colectivos que le llamaron con un problema. “Amigo de sus amigos e, sobre todo boa persoa”, así lo describen los que le conocían. Y es que pese a su éxito empresarial, los vecinos, muchos amigos, señalan que nunca se olvidó de sus raíces y que en los momentos importantes “sempre estivo aí”.
Poco amigo de los reconocimientos públicos y de homenajes, Epifanio Campo pasaba sus vacaciones en su casa de Vilalonga con discreción y disfrutando de sus amistades y de su familia. Era habitual verle pasear por la parroquia y estaba al tanto de lo que sucedía en una parroquia que le profesaba una gran admiración y que ayer lloraba su fallecimiento.
Las numerosas visitas ayer al tanatorio de Vilalonga dejaban una muestra clara del cariño y afecto que los vecinos de la comarca tenían a Epifanio Campo.
El querido empresario recibirá hoy sepultura a las 18:30 horas en su tierra de adopción con la que desde siempre se identificó y donde siempre será recordado tanto por su legado como por su personalidad.
La condolencias a la familia se multiplicaron durante toda la jornada de ayer. La corporación municipal de Sanxenxo trasladó públicamente “su agradecimiento por la vinculación e implicación permanente de Epifanio Campo, y su familia, con todo el municipio y especialmente con la parroquia de Vilalonga”.
El alcalde Gonzalo Pita señalaba ayer que “o desenvolvemento de Vilalonga non se pode entender senón é vinculado a figura de Epifanio Campo, que tanto a nivel persoal como empresarial volcouse sempre con esta parroquia, coas súas xentes, coa súa cultura e co seu deporte” e incidió en que “Epifanio Campo quedará no recordo de todos como o auténtico benefactor de Vilalonga, unha das persoas que máis fixo polo benestar e a proxección industrial desta parroquia”.