David Oubel Renedo, el parricida de Moraña, es desde ayer el primer condenado a prisión permanente revisable. Un jurado popular unánime lo consideró culpable del asesinato de sus dos hijas, lo que ocurrió en julio de 2015. Las niñas, de 4 y 9 años, perdieron la vida brutalmente tras ser atacadas con una sierra radial y un cuchillo, después de administrarle varios medicamentos para dormirlas y atar con cinta americana a la mayor, a la que no le hicieron efecto los somníferos.
El jurado tardó apenas una hora y media en deliberar y responder el cuestionario para un veredicto que considera que Oubel mató a sus dos hijas tras drogarlas previamente para reducir sus capacidades de defensa. Los peritos que intervinieron durante el juicio ya declararon que las posibilidades de supervivencia de las niñas eran nulas.
Asimismo, el tribunal entiende que el parricida de Moraña actuó con alevosía, como demuestran las diez veces que atacó a su hija mayor, a la que no hicieron efecto los sedantes que les obligó a ingerir para evitar que se escaparan.
Sentencia y veredicto “exprés”
No solo la lectura del veredicto llegó pronto. La sentencia también. La titular de la sección cuarta de la Audiencia de Pontevedra , Nélida Cid, dictó condena “in voce”, ya en la propia sala, y según lo solicitado por Fiscalía. La sentencia es firme al contar con la conformidad de las partes, ya que la defensa de Oubel no se opuso a la prisión permanente revisable.
La sentencia determina que Oubel es culpable de dos delitos de asesinato agravado por la alevosía, por el hecho de que las víctimas sean menores de 16 años y por el parentesco. Además de la prisión, el fallo estipula que Oubel no podrá acercarse a menos de un kilómetro de la madre desde las niñas, ni comunicarse con ella, a través de ninguna vía, por un periodo de treinta años. Este es precisamente el periodo mínimo que el parricida de Moraña tendrá que pasar en la cárcel.
Y es que no será hasta dentro de 22 años cuando podrá iniciar los trámites para solicitar la revisión de su condena, que en cualquier caso no será efectiva hasta que pase tres décadas entre rejas. Eso sí, para lograr una revisión favorable tendrá que pasar por un largo proceso que debe contar con el visto bueno no solo de Instituciones Penitenciarias, sino también de la Audiencia, y en el que tomará parte la acusación particular, según explicó una experta, la abogada Ana Reguera, en la Cadena Ser.
Un “regalo”
Tras conocerse la sentencia, el abogado de la acusación particular, Valentín Vallejo, en representación de la madre de las dos niñas asesinadas, señaló visiblemente emocionado que el fallo es un “regalo” que ayudará en parte a “cubrir la ausencia” de sus hijas. También se emocionó el fiscal, Alejandro Pazos, después de la lectura del veredicto, y se echó a llorar tras solicitar a la magistrado que el acusado fuese condenado a prisión permanente revisable, la primera pena de este tipo que se impone en el conjunto del territorio español.
La sentencia dictada en sala por la magistrada pone fin a tres sesiones de juicio (deliberación incluida) a lo largo de los cuales han pasado por la Audiencia diversos expertos que han despejado cualquier género de duda que hubiese sobre la culpabilidad de David Oubel.
La sangre del acusado apareció mezclada junto a la de las niñas en la bañera en la que dos agentes del Seprona encontraron a Oubel minutos después del crimen. Aunque los primeros en llegar a la casa fueron la prima del parricida, el marido de esta y su hijo y ahijado de Oubel.
Se desplazaron allí alertados por una carta certificada que llegó a su domicilio esa misma mañana y en la que Oubel dejaba ver su intención de hacer algo drástico. Al llegar a la casa de O Casal donde tuvo lugar el doble crimen se encontraron con las cerraduras selladas y el portalón bloqueado por un coche. Saltaron un muro y dieron patadas a la puerta de la casa hasta que lograron acceder y se encontraron con las horribles escenas.
El parricida trató de alegar amnesia en los días posteriores al crimen, pero los expertos también desacreditaron esta tesis, dibujando un perfil narcisista y psicopático del hombre sentado en el banquillo de acusados. l