La réplica de “A Naiciña” de Francisco Asorey corona la plaza que lleva su nombre en Cambados simbolizando la protección y la maternidad, pero además ahora se ha convertido en símbolo de la lucha feminista local. Allí, a sus pies, se reunió por primera vez un grupo de mujeres que trabajaba en la creación de un colectivo formal para “dignificar o movemento feminista e ubicalo no que realmente é. Non é ser unha persoa radical –as haberá como en calquera outro ámbito–, é crer na mesma dignidade, na mesma igualdade e nos mesmos dereitos para homes e mulleres; o resto xa é un debate intelectual e político no que non queremos entrar”, cuenta una de ellas, Celestina Padín. Fue en un acto espontáneo surgido en las redes sociales e impulsado principalmente por Rocío Fernández y ante un caso que horrorizó a la sociedad: el de la Manada. Así también surgieron otras iniciativas como el Punto Morado en la Festa do Albariño, junto al Concello, y se creó una red de cambadesas interconectadas que ahora quieren ir más allá y formalizar su compromiso.
Contra las etiquetas erróneas
Actualmente rondan la decena y el 1 de marzo, a las 18 horas, celebrarán en Exposalnés su primera asamblea abierta para seguir sumando y crear una estructura directiva que les permita realizar acciones. Están dispuestas a colaborar con otras asociaciones, ir a colegios a dar charlas y “axudar en todo o que poidamos” para, en definitiva, poner cara al movimiento feminista cambadés y luchar contra las etiquetas mal puestas. “Agora o proxecto vai collendo forma, pero imos paso a paso para aguantalo e que non sexa algo que non chegue a ningún sitio”, añade. Sin embargo, sí les gustaría estar preparadas para que el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, sea su puesta de largo. Y es que quieren pasar a la acción e incluso a nivel personal, que las personas que forman parte se comprometan a, en su día a día, luchar por la igualdad y contra el machismo porque entienden que es, al fin y al cabo, un modo de “mellorar o mundo” y “de feito vai ser mellor o día que isto sexa una loita histórica do pasado e non sexa preciso pelexar a diario”, cuenta Padín.
La cambadesa confiesa que cuando era adolescente pensaba que cuando llegara sus 40 de hoy ya viviría en ese escenario, pero “resulta que non, queda moito por facer e hai un problema de educación”. Muchas de sus miembros –a las que no se cobra cuota ni militancias porque es un colectivo apolítico– son madres y en las primeras reuniones ponían de manifiesto sus “inquedanzas” sobre los más jóvenes porque “nalgúns, non todos, os hai moi concienciados, vése un retroceso na forma de entender as relacións de parella”, añade la cambadesa. Pero no solo hay madres; las hay sin hijos, gente joven, más mayor, solteras, casadas e incluso algún hombre.... No hay un perfil, solo un objetivo común. Pero adoptar el nombre de “Abrazar a Naiciña” les pareció la mejor opción, porque es un símbolo cambadés, pero también por su significado: “Reivindica o papel da muller no coidado que é algo positivo porque o malo é cando non é equitativo ou non é unha elección senón unha imposición e unha sobrecarga para a muller simplemente por ser muller”. Seguro que ahora muchos verán con otros ojos la escultura del genial Francisco Asorey.