CALDAS DE REIS - Recuerdos, anécdotas y vivencias nacidas entre libros

CALDAS DE REIS - Recuerdos, anécdotas y vivencias nacidas entre libros
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Un poema metido por debajo de la puerta era el “regalo” que esperaba a las bibliotecarias de Caldas cuando abrieron el centro de lectura en la mañana del viernes, cuando se conmemoró el Día Internacional de las Bibliotecas. Fue una de las 125 aportaciones recibidas para el mural “A biblioteca e máis eu”, en el que los usuarios fueron los auténticos protagonistas. Cogieron papel y bolígrafo para plasmar por escrito las experiencias y anécdotas vividas entre las paredes de la biblioteca municipal.
Nostalgia y humor a partes iguales. La primera de puño y letra de los más mayores, el segundo con el ingenio de los más pequeños. “A min, ir á biblioteca non me gusta”, reconoce con sinceridad un alumno del IES Aquis Celenis. Y expone su razón: un día “a bibliotecaria comezounos a berrar por falar en baixo e rirnos. Ao final botounos de alí e non o entendo” porque, a su juicio, “non fixemos nada malo. Só lle demos un pouco de alegría ao lugar”, concluye este usuario rebelde. Otros reconocen que estudiar, estudiaban más bien poco en la biblioteca porque un paseo por el jardín les era mucho más sugerente. ¿Y qué decir del amor? Que también tiene cabida entre libros y eso lo sabe muy bien la joven que firma “O meu primeiro bico”, una historia romántica en la biblioteca. “Estaba eu na biblioteca cando un dos meus mellores amigos pediume saír. Eu díxenlle que si e doume un bico”. Los hay que prefieren relatar aventuras, como aquel usuario que un día vio a su padre intentando capturar a un lagarto que se había colado en la biblioteca. Y otros, tirando de realismo, narran historias por las que casi todos hemos pasado. Porque, ¿quién no se olvidó alguna vez de devolver un libro?. Le sucedió a un chaval caldense al que le pudo la vergüenza: “Dábame corte devolvelo fóra de tempo e estiven con el (el libro) na mochila todo o curos, e cando ía a acabar mandei a unha compañeira a devolvelo”.
Los jóvenes son los que más relatos han aportado al mural, pero algunos adultos también quisieron compartir lo que para ellos significa la biblioteca. A través de sus publicaciones “vivimos mil aventuras, descubrimos nuevos paisajes y navegamos sin salir de Caldas”, cuenta una usuaria remontándose décadas atrás, cuando todavía se emplazaba en los bajos del Concello. También en el recuerdo, Quiquina, la anterior bibliotecaria, que recomendaba a las féminas revistas de punto de cruz para que aprendiesen labores y fuesen “mujeres de provecho”. n

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