LA JUSTICIA, ¿UN CACHONDEO?

En 1985, Pedro Pacheco entonces alcalde de Jerez, sentenció que “la justicia es un cachondeo”, sentencia que hizo fortuna al convertirse en una expresión popular para referirse a algunas decisiones o sentencias polémicas que genera la Justicia. Aquella frase del discutido alcalde jerezano, por cierto condenado recientemente por prevaricación, seguro que la hicieron suya Manuel y Carmen, el matrimonio sexagenario de la localidad coruñesa de Ordes, que el 26 de mayo ingresaron en la cárcel de Teixeiro para permanecer en prisión 16 meses él y 5 meses ella. La historia se remonta al año 2004 -¡xa choveu!, cuando unas desavenencias de la pareja tuvieron como consecuencia algunas lesiones, lo que supuso la condena posterior y orden de alejamiento para ambos, que quedó en suspenso durante cuatro años por ser la primera vez que delinquían.
Pero en este caso pudo más el cariño forjado en largos años de convivencia, que todo lo olvida, y al poco tiempo el matrimonio decidió retomar la vida en común bajo el techo de su casa de siempre. Y este fue su gran pecado: incumplir la orden de alejamiento mutuo que seguía en vigor que, al ser el segundo delito, los llevó ahora a prisión.
Dicen los abogados de Manuel y de Carmen que lo intentaron todo para evitar la cárcel a la pareja “rehabilitada”, pero las puertas se les cerraron definitivamente cuando el indulto por razones humanitarias no prosperó.  
Pase que la Justicia sea ciega y no entienda de sentimientos. Pero es menos comprensible que el ministro de Justicia y el propio Gobierno no tengan entrañas para aplicar el indulto a un caso como este. Eso sí, el mismo Gobierno actúa con gran diligencia cuando se trata de indultar a banqueros o a políticos corruptos, como ocurrió hace unos meses para escándalo de los ciudadanos honrados.
Si ingresar en prisión representa un trauma para cualquier ciudadano medianamente sensible, para esta pareja sexagenaria estará representando una inmensa tragedia que marcará sus vidas para el resto de sus días. En Teixeiro están dos personas mayores a las que una justicia ciega les arrebató su libertad, la libertad campesina en su más amplio y genuino significado, para vivir “a cielo abierto” y cultivar sus pequeñas tierras envueltos en la soledad y el silencio de su aldea apacible.  
En casos como este, la justicia es un cachondeo y el Gobierno un desastre. Deberían sentir vergüenza por consentir esta barbaridad cuando tantos delincuentes de cuello blanco andan sueltos.   

LA JUSTICIA, ¿UN CACHONDEO?

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